Diego Vallejo y Rubén Gracia han partido hacia el Dakar 2016. Se trataba de un acto simbólico, claro, y como buen acto simbólico, lleno de significado. Amparados bajo la nueva torre del Circuito del Jarama y en su Mitsubishi Montero, piloto y copiloto han bajado de un podio colocado para la ocasión y han dado una pequeña vuelta al paddock. La aventura está en marcha.
Esta misma semana, ambos viajan a Francia para que el coche embarque camino de Sudamérica. Allí esperará a que lleguen Gracia y Vallejo («por fin habrá un gallego con Gracia», ha bromeado Diego), dispuestos a afrontar la carrera por etapas más dura del mundo. Ilusión no les falta. Rubén se ha deshecho en elogios hacia el equipo, los preparadores y, por supuesto, su navegante. El de Meira ya sabe lo que es esta prueba, conoce su dureza y se embarca en ella de nuevo. El Dakar engancha, os lo digo siempre.
Así, Mitsubishi España vuelve a esta cita, mágica y cruel como ninguna, tras 17 años de ausencia. Lo hace empujada en buena parte (me consta) por el empeño personal de Javier de la Calzada, su director de Comunicación. Siento adelantaros que no soy imparcial en esto: es una de las mejores personas que conozco. Le gustan los retos y convertir en realidad este proyecto ha sido un sueño en el que ha creído como pocos. Su sonrisa lo decía todo en la ceremonia. La de Vallejo y Gracia no se quedaba atrás. Saben que será difícil, que el Dakar te puede dar la gloria y arrebatártela al día siguiente. Pero estar el día 2 de enero en Buenos Aires, Argentina, ya es una victoria.