Como todos esperábamos, Sebastien Ogier ha defendido su título de campeón de mundo de Rallyes de forma efectiva, por lo que acaba de revalidar su corona (bueno, era lógico esperarlo, aunque yo albergaba la esperanza de que Jari-Matti Latvala, su compañero de equipo, le diera más guerra… y eso que esta temporada el francés quizá no pensaba tener un rival tan fuerte «en su propia casa»). El galo entra por méritos propios en un club que admite muy pocos miembros, el de los bicampeones mundiales de la disciplina. ¿Quiénes son sus integrantes?
Bicampeones del mundo de Rallyes
- Walter Röhrl, Alemania. 1980 y 1982.
- Massimo Biasion, Italia. 1988 y 1989.
- Carlos Sainz, España. 1990 y 1992.
- Marcus Gronholm, Finlandia. 2000 y 2002.
Pero existe un círculo aún más exclusivo, el correspondiente a aquellos que acumulan en sus vitrinas hasta cuatro galardones que los acreditan como los mejores en el WRC:
- Juha Kankkunen, Finlandia. 1986, 1987, 1991 y 1993.
- Tommi Makinen, Finlandia. 1996, 1997, 1998 y 1999.
Por supuesto, no nos olvidamos de Sebastien Loeb, el piloto de rallyes más laureado de todos los tiempos, que cuenta con nueve títulos a su nombre. Los obtuvo de forma consecutiva entre 2004 y 2012, estableciendo, de paso, varios récords. Muchos ven en Ogier, con quien comparte nombre y nacionalidad, a su sucesor, pero lo cierto es que este último tiene su propia trayectoria -muy parecida, eso sí a la de su compatriota-: su padre era un fan de Ayrton Senna (de hecho, Ogier lleva una «S» en su casco en homenaje al brasileño); su tío, un piloto de autocross, así que desde muy pequeño sintió «la llamada de la gasolina».
Se hizo con un kart y, al llegar a la adolescencia, se dedicó a admirar a los participantes en el Montecarlo -cuando el evento se celebraba cerca de Gap, su ciudad natal-. Amante de los deportes (es instructor de esquí), realizó un curso de Preparación y Asistencia para un Rallye antes de entrar de lleno en esta disciplina.
En 2005 fue el vencedor del Rallye Jeunes, una competición en la que la Federación Francesa de Automovilismo busca «jóvenes talentos», lo que le dio una plaza en la Copa Peugeot 206. Aquí comenzó la colaboración con Julien Ingrassia, su copiloto; fue el mejor debutante del año, con un podio, y en la temporada siguiente ganó cuatro pruebas. Una prestigiosa publicación gala le otorgó el «Espoir Echappement«, galardón que antes había sido para Didier Auriol, François Delecour o Sebastien Loeb.
En 2008 debutó en el Mundial: fue octavo en México con un Citroën C2 S1600. Ese año se hizo con el campeonato del mundo Junior y su buena actuación fue recompensada con un WRC en Gales, última prueba de la temporada, donde ganó el primer tramo. Poco después era integrante del Citroën Junior Team en la máxima categoría de la especialidad; su primera victoria llegó en Portugal, en 2010. Se ganó la merecida fama de saber adaptarse rápidamente a cualquier superficie, lo que le sirvió para ser el compañero de Loeb en 2011, ya en el equipo oficial. Y, lejos de quedarse a su sombra, le plantó cara, ganándole en varias ocasiones, devolviendo la emoción a un certamen que el de Alsacia había convertido en un monólogo.
A finales de ese año, Ogier se unió a Volkswagen Motorsport para desarrollar un coche ganador. En 2012 compitió con un Skoda Fabia S2000 en 12 de las 13 citas de la temporada, con el fin de no perder el ritmo; en diciembre se presentaba el VW Polo R WRC. Un mes más tarde, ya en 2013, se llevó el primer tramo de la primera etapa del Rallye Montecarlo; poco después ganaba en Suecia, convirtiéndose en el segundo piloto no nórdico que subía a lo más alto del podio en esa prueba. El resto es historia… plagada de éxitos, eso sí. Y lo que nos queda…