Primer rallye de asfalto puro de la temporada y aparecen los ouvreurs, cuya labor facilita la vida de pilotos y copilotos. Elfyn Evans tiene unos muy especiales, que explican su trabajo a wrc.com. ¿Adivinas quiénes son?
Vale, la pregunta era sencilla: con su apellido, resulta bastante lógico pensar que el ouvreur de Elfyn es su padre, el experimentado Gwyndaf Evans, campeón británico de la especialidad. Y a su derecha se sienta nada menos que Phill Mills, compañero de Petter Solberg. Ellos se encargan de encontrar y resaltar los peligros que puede haber en un tramo, ofreciendo información extra para las notas y ayudando en la elección de neumáticos. “La responsabilidad es muy alta, pero se trata de un trabajo muy gratificante cuando se hace correctamente y todo va bien”, comenta Mills.
“Recorremos las especiales un par de horas antes que el primer participante y apuntamos todo lo que puede dar problemas al equipo: tierra en la carretera, un charco… Debemos detectar cualquier cosa que no estaba allí en los reconocimientos y que pueda sorprender a piloto y copiloto”, explica Mills. “La segunda pasada es más importante que la primera debido al barro, la tierra y otras cosas que pueden entrar en la pista tras cortar en las curvas”, continúa.
Desempañando un papel tan importante, ¿por qué su labor no se extiende también a las pruebas sobre tierra, como antes? ¿Ahorro de costes? Mills habla de los riesgos que implica el asfalto: “Una vez que pierdes la adherencia sobre esta superficie, es sencillo sufrir un gran accidente; si tu coche se va, es raro que lo puedas recuperar. Así, piloto y copiloto tienen que asegurarse de que todo está perfecto antes de afrontar el tramo”, añade. Sabe bien de lo que habla; sólo hay que recordar el accidente que sufrió junto a Solberg en el Rallye de Alemania de 2004, cuando volcaron sobre los famosos “hinkelsteins”…