Imagina que tienes al alcance de la mano tu primera victoria en una prueba del Mundial del Rallyes. Que llevas todo el fin de semana «echando carreras» a Sebastien Ogier. Que estás en el último tramo y un trompo te quita de golpe esas ilusiones, relegándote al tercer escalón del podio. Andreas Mikkelsen lloró al llegar a la asistencia; yo lo hubiera hecho antes de cruzar la meta.
«Decidimos ir a tope en la última especial, el Power Stage, para intentar ganar. Empezamos muy bien y al final cometí un error. Fue devastador. Me quedé atrapado en la nieve, sin darme cuenta exactamente de lo que había sucedido», explica el piloto de Volkswagen a wrc.com.
Lo que había pasado fue un fallo en sus cálculos. El noruego iba demasiado rápido, según ha admitido, y en una curva a izquierdas, la trasera de su VW Polo R WRC tocó un banco de nieve, empujando el frontal hacia el maldito elemento blanco. «Seguí acelerando a fondo para intentar sacar la parte delantera, pero se hundió todavía más. Por suerte, había muchos aficionados y nos empujaron para volver de nuevo a la pista», comenta. Pero no fue suficiente. Ogier ganó el Rallye de Suecia y Thierry Neuville fue segundo.
«Cuando llegué al final del tramo estaba triste, pero no mucho», asegura. Fue en el enlace hacia la asistencia cuando Mikkelsen reflexionó sobre su error. «En el parque de trabajo me vino toda la emoción de golpe y fue muy duro», confiesa.
Por suerte, después de la tormenta siempre brilla el sol: tras secarse las lágrimas, intentó buscar el lado positivo del fin de semana. «Nunca hemos estado tan cerca de la victoria y estoy seguro de que no anda muy lejos. La experiencia que tenía en luchar por el triunfo y defender mi renta era casi nula. Esto me ayudará en futuras pruebas: si estoy de nuevo en la misma situación, espero manejarla un poco mejor», afirma. Así se habla.