Y no porque sea vital para ganar el certamen -la racha inicial de su compañero de equipo, Sebastien Ogier, parece indicar que el francés será, de nuevo, campeón del mundo a finales de 2015-, sino porque el principio de temporada de Jari-Matti Latvala ha sido bastante desastroso. Estaba encadenando una serie de malos resultados y empezaba a afectarle. Pero el triunfo en el Rallye de Portugal ha llegado en el momento justo; es una inyección de moral.
Tras su segundo puesto en Montecarlo, cita inaugural del año, vinieron tres carreras (Suecia, México y Argentina) en las que el finlandés no puntuó. Llegó a la prueba lusa siendo noveno en la clasificación de Pilotos, apunta wrc.com, una posición más que discreta. Pero su 30º victoria -tan ajustada y manteniendo a raya, de alguna manera, a Ogier- ha supuesto un “chute” de optimismo.
“Contaba con una presión enorme sobre mis hombros antes de este rallye y no tenía mucha confianza. Ganar es un gran éxito. Cuando no lo logras, inicias un círculo negativo y entonces empiezas a verlo todo negro, no sólo tu pilotaje; toda tu energía es negativa. Hay que salir de ese círculo. Ahora no quiero volver a entrar ahí, por eso tengo que lograr mejores resultados”, ha explicado Latvala.
Los 8,2 segundos de ventaja con los que terminó la prueba son muestra de cómo estuvo defendiendo su posición. De hecho, el finlandés ha admitido que antes del último tramo, en Fafe, estaba nervioso, ya que su renta era de 10,4 segundos. Y eso, con Ogier detrás, es muy poco. “Por supuesto, notaba la presión al inicio de la especial. Quería los puntos del Power Stage, pero cuando estás en una situación en la que te juegas la victoria, en la que la necesitas, no puedes darlo todo”, añade.
Aun así, está satisfecho (no es para menos) con su logro: “Cometí dos errores y Seb fue fantástico en ese último tramo. En general, estoy contento con lo que conseguimos: la victoria y dos puntos en el Power Stage están muy bien después del mal momento que he pasado”, confiesa. Esperemos que su recuperación sea firme y puede seguir plantando cara al –casi- intocable galo. Un poco de emoción en el certamen no nos vendría mal…