No es que prometa para Sebastien Ogier, primer líder del Rallye de Australia, sino también para los aficionados, que están viviendo una cita en la que ya ha pasado casi de todo. El WRC ha dejado el asfalto para volver a las especiales sobre tierra y, amigos, cómo ha regresado… Purgas de frenos, sustituciones de diferencial, trompos, quebraderos de cabeza con los neumáticos y, sobre todo, cambios de líder en el último minuto. Los cuatro primeros clasificados están en un pañuelo de cuatro segundos y ahora mismo las posiciones de podio son para (¿adivinas?) los tres Volkswagen. Empezamos…
Ogier no ha pasado un buen verano: aparentes tensiones con su jefe de filas, los malos -todo lo que no sea ganar es malo para el francés- resultados de las últimas pruebas… Pero llegaba a Australia ya concentrado en su tarea, es decir, ser imbatible. Para demostrarlo, se imponía en el primer tramo, a pesar de salir en primer lugar y “barrerlo” para los demás. Había un pequeño truco, ya que buena parte del recorrido se empleó ayer en el shakedown y estaba bastante limpio, pero también tenía que luchar contra el barro y con más suciedad que el resto; no le vamos a quitar méritos.
Aquí ya empezaban los problemas para Jari-Matti Latvala, su compañero de equipo, que se quejaba de los frenos de su VW Polo WRC R. Mads Ostberg (Citroën DS3 WRC) hacía un trompo y comentaba que era cosa del diferencial, Thierry Neuville aterrizó demasiado fuerte tras un bache, empezó a preocuparse por la temperatura del radiador y esa distracción le costó un pequeño susto… ¡y todo en 10,73 km! Sólo Andreas Mikkelsen y el DS3 de Kris Meeke parecían seguir sin muchas complicaciones el ritmo de Ogier, esperando su oportunidad.
La de Meeke llegó poco después: el piloto de Citroën afrontaba esta prueba muy motivado y, tras dos scratches (mejor tiempo) en las dos especiales siguientes se puso al frente de la clasificación. Para entonces ya estaba claro que la elección de ruedas iba a ser un calvario: el piso se estaba secando y la mayoría de los participantes optaba por una mezcla de ruedas duras y blandas para ganar adherencia. Mikkelsen no: estaba convencido de las posibilidades de sus neumáticos duros y seguía en la segunda plaza, por delante de Mikko Hirvonen (Ford Fiesta RS WRC) y de Ogier, que ya había encontrado más gravilla en las pistas y se había ido retrasando. Gajes del oficio, todo controlado.
Una vez sangrados los frenos de su Polo, Latvala realizó un mejor papel en la segunda pasada por los tramos. También estaban más limpios, así que Ogier y el finlandés acapararon las primeras posiciones. Su desventaja respecto a Meeke se reducía y el de Citroën empezaba a preocuparse –si yo tuviera a Ogier a 2,6 segundos, también lo haría-. No iban bien las cosas en el equipo galo: Ostberg seguía sin marcar buenos cronos pese a haber sustituido el diferencial.
También había problemas en Hyundai; Neuville, con la misma puesta a punto en su i20 WRC que en Finlandia, se quejaba de la tracción de su coche… y rompía una pieza de la suspensión poco después, al golpear una piedra en la salida de una curva. Chris Atkinson, que no estaba teniendo una actuación precisamente memorable ante su público, también cedía tiempo, mientras que Hayden Paddon (curiosamente, los aficionados se volcaban más con el neozelandés que con Atkinson, australiano) regresaba a la asistencia con el pedal del freno suelto y con el chivato de la presión de aceite encendido. A pesar de todo, no lo estaba haciendo mal… Y era el primer Hyundai en la clasificación.
Quedaban las dos súper especiales de Coffs Harbour y Ogier vio clara su oportunidad sobre el resbaladizo piso del puerto. Ganó las dos pasadas y se colocó al frente de la tabla, pero con una ventaja de sólo 0,4 segundos sobre Latvala, segundo clasificado provisional. Meeke, relegado al cuarto puesto -también Mikkelsen le había adelantado- tiene ahora dos consuelos. Primero: sólo está a 4,1 segundos del liderato. Segundo (y casi tan importante, si no más): el orden de salida para la etapa de mañana se ha elaborado teniendo en cuenta la clasificación tras el sexto tramo, el último “natural” de la jornada -no cuentan las súper especiales-. Como el de Citroën era primero entonces y dicho orden se invierte, el sábado volverá a ser el último de los “punteros” en afrontar las pistas, por lo que el suelo estará limpio para él. Sabiendo que el día comienza con el monstruoso Nambucca, de casi 50 km, te puedes imaginar la importancia de esta jugada. Nos queda tanto por ver…
Clasificación Rallye de Australia (viernes)
- Sebastien Ogier (VW Polo R WRC), 58:05.8
- Jari-Matti Latvala (VW Polo R WRC), a 0,4”.
- Andreas Mikkelsen (VW Polo R WRC), a 3,5”.
- Kris Meeke (Citroën DS3 WRC), a 4,1”.
- Mikko Hirvonen (Ford Fiesta RS WRC), a 7,9”.