Habría sido relativamente sencillo echar la culpa al coche, pero Sebastien Ogier sabe perder -aunque no esté acostumbrado- y no ha escondido la verdad: las condiciones de los tramos eran para pilotos más agresivos y él es más técnico, más fino, por lo que no ha podido acercarse a su compañero de equipo. El barro y la niebla hacían que atacar fuera una lotería y ha preferido asegurar. Así lo ha reconocido. Su ritmo era más lento, no hay más… ni menos.
La victoria de Jari-Matti Latvala ha llegado como ya ayer dejaba entreverse. Confieso que no las tenía todas conmigo: Ogier siempre guarda un as en la manga; cuenta con recursos suficientes para ello. Pero las especiales del Rallye de Argentina estaban en unas condiciones dantescas, ya lo dijeron los participantes durante los reconocimientos, temiéndose lo peor durante la carrera. No se equivocaban…
Al parecer, la visibilidad hasta el octavo kilómetro del primer tramo de hoy era muy reducida; la niebla lo cubría todo (echa un vistazo a la foto de apertura). En El Cóndor, siguiente especial, el panorama se agravaba: la vista alcanzaba unos 70 metros; más allá, sólo había una pared blanca. La guinda del pastel la han puesto enormes trechos de barro sobre los que los coches han patinado hacia todos los lados. Kris Meeke ha llegado a decir que ha sido “el tramo más duro de su vida”. El único que parecía divertirse en estas condiciones era Mikko Hirvonen, que se anotaba su segundo scratch del día.
Después, poco más. Ogier, en su condición de caballero, ha comentado cuánto se merecía Latvala el triunfo en una prueba que, además, no había sido nada sencilla. Para salvar “la honra” (si es que tal cosa te hace falta cuando eres Sebastien Ogier), el francés se llevaba los puntos extra del Power Stage. Por si acaso.
A nadie se le escapa que, de todas formas, Volkswagen puede haber sugerido -ejem, ya me entendéis- a su piloto galo que no atacase (las diferencias en los tiempos son francamente llamativas), ya que este resultado es perfecto para seguir con sus planes de dominio absoluto en el campeonato. Cierto, los demás equipos están facilitándoles las cosas, pero aunque no fuera así, su superioridad (acaban de romper el récord de Citroën, anotándose su novena victoria consecutiva en el WRC) es tan aplastante que da escalofríos. Los mismos que siento al imaginarme a Ogier estrechando la mano de su compañero de equipo mientras afila un cuchillo con la otra. Ya está preparando la próxima prueba…