26 años después… y alguna que otra curiosa anécdota del Rallye Rías Altas Histórico

| 01/11/2015

Probablemente, cuando estés leyendo estas líneas (domingo 1 de noviembre, resaca para los que estuvieron en el Rallye Rías Altas Histórico) Daniel Alonso esté todavía sentado en un avión, cruzando el charco hacia una aventura ciclista sudamericana. Uno de esos retos para los ases del pedal que, en apenas tres etapas de más de un centenar de kilómetros cada una de ellas y un desnivel acumulado de varios miles de metros, permitirá a sus participantes unir Atlántico y Pacífico. «A ver qué tal se nos da el viaje», aseguraba entre risas el asturiano el pasado viernes, vestido de faena después de completar su habitual entrenamiento diario… en este caso por el entorno de la ciudad de A Coruña.

sergiovallejo

Ya es habitual para los que siguen el certamen Nacional de Históricos encontrarse a Daniel Alonso en las verificaciones técnicas armado con una de las bicicletas de carretera de la marca que construye. El tipo es un verdadero friki -entendido en el buen sentido- desde deporte. Campeón con varios títulos en el apartado de veteranos, Daniel reconocía incluso, de nuevo entre risas, que al nivel al que lo hace «no es sano, sino todo lo contrario». Eso sí, a sus cincuenta tacos es braquicárdico y sentado en el sofá de casa su corazón baja hasta las 38 pulsaciones por minuto, cuando el resto de mortales apenas logramos igualar nuestro ritmo con el tic tac del reloj que cuelga en la pared de nuestro salón.

Con tremendo reto ciclista en mente, lo menos que se me ocurriría es acudir al Rallye Rías Altas, pero Daniel cumplió con su promesa de respetar a todas las pruebas del Campeonato de España de Rallyes de velocidad para vehículos históricos… pero también con la de recordar tiempos pasados. Porque hace 26 años participaba por primera vez en un rallye que, como en esta ocasión, salía de la conocida y concurrida Plaza de María Pita de la ciudad herculina; pero de esta cifra y lo que ocurrió os hablaremos luego…

manolosenra

En esta ocasión, Alonso defendía en territorio enemigo un título nacional recién conseguido. Y el enemigo estaba realmente armado y preparado. Vamos, que muchos creíamos que Daniel tendría difícil aspirar a la victoria con gente como Jesús Ferreiro, ansioso de carreras y armado con un Sierra RS Cosworth que hasta no hace mucho pilotaba Pedro Burgo. Un buen aparato que ni contó con la caja de cambios gorda -no se logró reparar antes de la cita- ni con un motor a la altura de las circunstancias en el momento decisivo. Así que con la prematura baja del de Melide, las apuestas corrieron hacia un Javier Ramos Grille cuyo pilotaje no entiende de medias tintas, que muchos alabamos y seguimos alabando. Para los que sigáis el automovilismo gallego no os adelantamos nada; para el resto os recomendamos buscar por youtube alguno de esos vídeos en los que este piloto practicaba una generosa conducción a los mandos de un Renault 5 GT Tubo negro.

grille

El canal de vídeos también se ha poblado de grabaciones en el Rías Altas con el Sierra que Grille empleó para liderar gran parte de la carrera. Lo hacía con problemas de diversa índole, pero marcando tiempazos que por desgracia terminaron con un golpe feo y debajo de un guardarrail.

A partir de ahí, y con la carrera más o menos controlada -«siempre busco ese ritmo en el  que no se asumen más riegos de los necesarios», decía- Daniel Alonso se apuntaba la última del año en el Campeonato de España, ahora sí con su Salva Belzunces y por delante de Sergio Vallejo y un Toño Sainz que además de pelear con los reglajes del BMW 2002 que aquí empleó, heredó podio a última hora luego del abandono del local Juan Ricardo Costoya por romper un palier en el enlace al parque cerrado final. Merecía más este piloto de hablar fuerte y pausado y gran conocedor de los tramos del entorno de la comarca de Ferrolterra.

sainz

De Vallejo no nos esperábamos menos. Porque el Sierra Cosworth del equipo Black Motorsport además de un estricto Gr.N es un coche casi irrompible, como se ha demostrado en sus últimas participaciones con Ferreiro y Alberto Monarri, así que a poco que el lucense tirase de experiencia un puesto entre los mejores estaba asegurado.

Desgraciadamente quien no pudo meterse en esa terna fue Pablo Pazó. Presentó su candidatura en tiempo y forma, pero un palier de su Ford Escort se la negó. Año para el olvido el del vigués en el mundo de las carreras, con pocas alegrías y muchos sinsabores.

santicanizares

Nada menos que 26 años. Efectivamente, mucho tiempo ha pasado pero los recuerdos de Daniel Alonso todavía están frescos… y el protagonista en un envidiable estado de forma, casi tanto o más que en la época. De hecho, en las declaraciones finales, el asturiano hizo referencia a la lucha que mantuvo aquí en 1989. ¿Quieres conocerla?

amadorvidal

Por entonces el rallye se llamaba Ciudad de Cristal y puntuaba para la Copa de España de Rallyes. También entonces tenía una primera sección con tramos en el entorno de la ciudad herculina (Carral, Soandres y Meirama) y un segunda en Ferrol, con un último tramo que compartía prácticamente la mitad del recorrido del que también fue tramo final de esta edición del Rallye Rías Altas: Ponte do Porco – Villozás. Alonso se disputaba los primeros puestos con Alberto Hevia padre y Marc Etchebers, el farmacéutico del País Vasco francés que habituaba rallyes de este lado de la frontera con aquel Ford Sierra Cosworth color gris en el que apenas lucía publicidades. Etchebers y aquel Sierra se fueron al río en pleno fragor de la batalla (suceso que Daniel recordó al finalizar esta edición del Rías Altas) Alonso ganó, ya por entonces con Belzunces de copiloto, y la tercera posición fue a parar a manos de Germán Castrillón, que para la ocasión contaba con un joven Manel Castrillón -alma mater de Rallycar- que debutaba como copiloto. Hoy, casi treinta años después, ambos han tenido gran parte de culpa de que la denominación Rallye Rías Altas volviese al recuerdo de los aficionados más veteranos a este deporte. Por cierto, en aquella edición de 1989 también debutaba Diego Vallejo, con 16 años y acompañando a su hermano en un Peugeot 309 con el que terminaron entre los puestos de cabeza de la clasificación final.

Ya lo veis, cifras, recuerdos y anécdotas que han hecho muy especial este retorno del Rallye Rías Altas Histórico, curiosamente con un mismo protagonista final.

andresfraga

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