«Si os parece quedamos a las ocho de la mañana. Estoy en la habitación 202. Dejo la puerta entreabierta, así no tendréis que llamar». Suena a proposición indecente, pero nada más lejos de la realidad. Quien nos ha invitado a entrar a su habitación, sin pedir permiso y a horas tan tempranas, nos recibe con una sonrisa de oreja a oreja, sudando y sobre una bicicleta y un rodillo. Iván Raña, el más que reconocido triatleta gallego, está a pocas horas de comenzar su aventura en el Rallye Sierra Morena (primera prueba de la temporada en el Campeonato de España de Rallyes de Asfalto) y nada mejor que hacerlo con un calentamiento de una hora a buen ritmo, con el plato grande, el piñón más pequeño y una cadencia y potencia con las que yo a buen seguro no aguantaría más de un minuto.
Como buen triatleta de élite, Iván es un fuera de serie, una máquina del entrenamiento y la resistencia física que no se salta ni uno de los pasos en su preparación diaria y espartana. «Aguanto bien; mientras duerma las horas que necesito y descanse, no tengo problema para mantenerme activo durante todo el día». No lo dudo ni un segundo porque tras bajarse de la bici apenas tuvo tiempo para tomarse un rápido desayuno y largarse al shakedown. El tramo de pruebas lo aprovecha al máximo antes de volver al hotel a comer, descansar un rato y seguir con su rutina de entrenamiento…. en la piscina, a eso de las cuatro de la tarde y como si aquello no fuera con él. Llega como un cliente de toda la vida al pabellón municipal en el que hemos quedado y en un abrir y cerrar de ojos ya está con el bañador enfundado y tirándose al agua sin pensárselo dos veces. Los largos se encadenan a una velocidad de vértigo; en cambio, las brazadas denotan que va a ritmo de diésel: marcando el estilo pero sin forzar la máquina. Lógico, dentro de poco más de una hora tiene que vestirse de luces y afrontar la primera etapa del rallye andaluz.
Uno tiene la sensación de que la vida de Iván Raña está programa al segundo; que su día a día es como un triatlón, con un cronómetro siempre en marcha… y quienes le acompañan así lo corroboran. «Tiene todo calculado. A esta hora estoy aquí, a esta hora empiezo a entrenar, a esta termino… pero como pillemos del revés uno de los muchos semáforos de Córdoba, estamos perdidos», nos aseguran entre risas.
El gallego que corre descalzo y que desde hace años permanece activo en una de las modalidades más duras y exigentes que hay, prepara una temporada que sería demencial para cualquier mortal, pero un reto para él. Varios triatlones, un par de Iron Man y Hawai entre ellos: su obsesión, la prueba con la quiere hacer algo grande. Entre medias, tres rallyes. «No tengo tiempo para más. Quiero seguir aprendiendo de esto, mejorar y poco a poco meterme más en las carreras, conforme vaya dejando el triatlón».
En Córdoba un manguito del turbo amargó el fin de semana de Iván y su experimentado copiloto, Cándido Carrera -otro que también se las trae con esto del atletismo-. Quienes lo conocen saben que Iván tiene maneras como piloto y que no va a pasar desapercibido cuando tenga la oportunidad de ser un asiduo en esta disciplina. De momento apenas lleva nueve carreras a sus espaldas.