Albert Llovera quiere más en el Dakar 2016

| 23/12/2015
Albert Llovera sigue en carrera con su eterna sonrisa.

El año pasado, Albert Llovera finalizaba el Dakar al tercer intento. El andorrano es tenaz como pocos. Y, conseguido su objetivo, se ha marcado un nuevo reto: terminar la carrera por etapas más dura del mundo… en camión.

Llovera demuestra cada vez que se pone tras un volante que no hay límites, como reza su biografía. No hay nada imposible, por manida que esté la frase. Pero, en su caso, no deja de ser cierta. A su eterna sonrisa de niño travieso se une una voluntad de hierro y una ilusión que supera la de cualquier crío en estas fechas. Cuando su carrera como esquiador se vio truncada en Sarajevo, buscó otra disciplina en la que la velocidad siguiera siendo la fórmula para brillar. Subió su silla de ruedas a un coche y quiso, como él siempre dice, que le «pasaran lista» los mejores. Solo que, por el camino, él también dio algún que otro repaso…

Tras despuntar en circuitos y en rallyes, Llovera buscó el siguiente escalón para un piloto con ganas de aventura: el Dakar. En 2007 tuvo que retirarse, pero la cita, entonces en África, le cautivó para siempre. Suele pasar. En 2014 volvía a la prueba, que logró terminar en 2015 con un buggy de dos ruedas motrices en el que Nasser Al-Attiyah tuvo mucho que ver. Ya sé que algunos le tenéis un poco de «tirria» porque el qatarí es rival de Carlos Sainz y tal… Pero a mí me cae bien, no puedo evitarlo. Es correcto y educado con la prensa, siempre muestra una cara amable y cuenta con un humor muy fino. «Si yo no tuviera que preocuparme por el dinero, también sería así», pensarás… Y no te falta razón. Pero todos tenemos nuestros favoritos, qué le vamos a hacer. Y Al-Attiyah es uno de los míos.

Está por detrás de Llovera en mi lista, eso desde luego. Por eso, si tengo que repartir apoyos en este Dakar, el andorrano se lleva la mayor parte. Me lo imagino perfectamente en la cabina de su Tatra, su nuevo desafío. «Será una aventura inédita, ya que he recorrido muy pocos kilómetros en camión. Voy a tener que buscar nuevas sensaciones y eso nunca es fácil. Sin embargo, lo más complicado será, una vez más, la vida en el campamento con una silla de ruedas. Tardo más en hacer todo y eso significa que descanso menos que el resto», explica. Pero lo hace con una sonrisa que te arregla el día y con los ojos brillantes de ilusión. Es el mejor regalo de Navidad. Él está a punto de abrir el suyo.

 

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