Ya lo sabrás: Carlos Sainz ha dicho adiós al Dakar 2017 tras dejarse en un barranco cualquier opción de seguir en la lucha por la carrera. Quedaban ocho kilómetros para que finalizase la especial y su Peugeot 3008 DKR se despeñó por un barranco de unos 15 o 20 metros. Dos espectadores se salvaron de ser arrollados por muy poco (chavales, ver la prueba desde un sitio que está por debajo del nivel de la carretera no es muy buena idea… vosotros mismos). El coche quedó destrozado. Puedes verlo en el vídeo bajo estas líneas.
Por suerte, tanto Sainz como su copiloto, Lucas Cruz, están bien, pero el vehículo ha quedado muy dañado. Según recoge el diario As, consiguieron sacarlo de allí y llegaron a la meta remolcados por el Peugeot de Romain Dumas, privado. El bicampeón del mundo de Rallyes, por supuesto, quería seguir.
Ha sido imposible. El 3008 DKR no tenía daños estructurales graves, pero el equipo no pudo repararlo a tiempo para salir en la siguiente etapa: Sainz ha dicho adiós a su décima participación el en Dakar quizá demasiado pronto, pero esta carrera es así, tan mágica como cruel.
Otro día hablaremos de mi tema favorito, ya sabéis: cómo los organizadores intentan suplir la aventura que ofrecía África con la dureza del recorrido en Sudamérica, por qué eso me parece un truco, en cierto modo, barato (aunque los pilotos lo pagan muy caro) y qué razón hay para mantener el nombre de la capital SENEGALESA en otro continente. Que la prueba continúe siempre va a ser un motivo de celebración, desde luego. Menos en África, donde la siguen echando de menos (sé que lo digo todos los años, pero no quiero quedarme con el veneno dentro).
Ah, tampoco voy a comentar nada sobre la mala suerte de Carlos Sainz, su gafe y tal; ya tenéis un montón de medios generalistas en los que están haciendo bromas con el tema. No os será difícil encontrarlos.