Sébastien Loeb lo lleva en la sangre, y aunque oficialmente esté en pseudo-vacaciones dentro sus labores como piloto Citroën en el WTCC, lo cierto es que el nueve veces Campeón del mundo de rallyes no para ni un segundo. Tras su participación, y victoria, en el Rally du Var, el francés sigue sin apearse de un coche de carreras, y así este fin de semana va a tomar parte en la prueba de Val Thorens puntuable para el Trofeo Andrós con una silueta del equipo Saintéloc Racing… ¿buscando el feeling del hielo antes de su regreso al Montecarlo?.
Obvia decir cuál es el diseño exterior de la carrocería del coche que va a emplear, pero sí comentar que todos los participantes de este certamen cuentan con las mismas características técnicas: chasis tubular y carrocería de fibra, motor atmosférico de 6 cilindros y 3.000cc con una potencia de 340 CV, caja de cambios secuencial de 6 velocidades y un sistema de transmisión que incluye cuatro ruedas motrices y directrices. Más que la velocidad pura, aquí prima la tracción y direccionalidad de los vehículos. Los participantes tienen que conseguir la mejor trazada sobre el hielo y ello implica larguísimas derrapadas y una actitud del automóvil que con cualquier otro sería prácticamente imposible de mantener el control. De ahí el complejo sistema de transmisión y los neumáticos con 250 clavos para aferrarse a una superficie tan deslizante… además de buenas ventanillas laterales con limpiaparabrisas; porque aquí sí, el piloto puede estar más tiempo mirando por las puertas que hacia el frente.
Loeb afronta una prueba de este tipo por tercera vez en su carrera deportiva. El alsaciano tuvo un primer contacto con las carreras de hielo en 2006, en Saint Dié des Vosgues; la última tentativa se produjo en 2008 en el Stade de France, a los mandos de un Citroën C4.