La mayoría de los chicos de la edad de Cristian García piensa en salir los fines de semana, divertirse, encontrar un trabajo estable, quizá conducir un coche potente. Con 25 años, el piloto aragonés dedica muchos viernes, sábados y domingos a competir en el Campeonato de España de Rallys de Asfalto, que acaba de ganar. Un título redondo, trabajado. Se lo pasa bien, desde luego, disfruta. Compagina esta labor con la de atender una compraventa llamada CholloCoches, que ha inaugurado este año. Su propio negocio (después de ser mecánico en el taller familiar), que quiere hacer crecer. Ah, y está al volante un Mitsubishi Lancer Evo X Grupo N+ con 350 CV.
Todo esto no le ha hecho perder la cabeza. Al contrario; Cristian tiene una madurez de la que puede presumir, ya que le permite ser realista… sin cerrar la puerta a los sueños. Sabe lo que hay, conoce a lo que se enfrenta y cuáles son sus posibilidades. Pero en un rinconcito de su mente, brillan con fuerza ilusiones por las que merece la pena luchar. Ya era así desde niño, cuando se inició en los rallys… sentado en el bacquet de la derecha.
“Mi padre comenzó a correr cuando yo era pequeño; iba a verle a las carreras. Años después, sufrió un accidente que le mantuvo un tiempo apartado de la competición, pero empezó a preparar otro coche; se le veían las ganas de volver. Cuando yo tenía 15 o 16 años, le dije que siguiéramos con ese vehículo; lo terminamos y empezamos a correr juntos; yo era el copiloto”, explica García a Rallyes.net.
Pero Cristian quería ponerse al volante, lo que consiguió en 2009. Un Seat León Supercopa lo llevó al Campeonato de Montaña de Aragón. Un año más tarde, estaba en el certamen regional de rallys con un Citroën Saxo que aún guarda bajo una lona como un preciado tesoro. Empezó a crecer, algo muy importante sabiendo lo complicado que es ascender en este deporte, subir a una categoría superior.
“Crecer como piloto es algo que se hace en cada prueba, nos pasa a todo el equipo. Pero evolucionar, pasar a otra categoría… sin medios, sin patrocinadores, es sinceramente imposible. Tuvimos la suerte de acertar en cada momento con el sitio en el que debíamos estar, dónde correr… y nos han salido bien casi todos nuestros años en competición. En 2013 participé en la Copa Suzuki y allí aprendí muchísimo. Al año siguiente pensamos que debíamos cambiar, ya que nos gusta progresar, y nos metimos en la Beca RMC, que ganamos. Gracias al premio y a Roberto Méndez, en 2015 estaba pilotando un Mitsubishi Evo X; nunca habría imaginado estar al volante de ese coche… ¡y fíjate, también vencimos en la Evo Cup! Y cuando todo parecía perdido en 2016, apareció Mitsubishi con el apoyo de Repsol, RMC, Michelin y el RACC y nos propusieron entrar en su equipo”. Cristian García no se lo pensó dos veces.
Así es como ha llegado a competir al máximo nivel en el Nacional de Asfalto, a pesar de que confiesa que no sabe cuáles son los pasos más adecuados para subir escalones. “Lo único seguro es que tienes que aprender todo lo posible en cada una de las etapas para que, cuando alcances la siguiente, puedas sacar partido de esa experiencia”, dice. Hay gente que vive cinco vidas y no llega a esta reflexión. Aunque en esta disciplina es tan difícil mantenerse… como iniciarse: “Para que salga más gente joven en nuestro país hacen falta proyectos como la Beca RMC, una categoría divertida y peleada que te obligue a desarrollarte. Y, sobre todo, se deben correr rallys sobre tierra y sobre asfalto, es la forma de que los pilotos sean completos”, añade.
Esta combinación es infalible. La que exhibe García en sus palabras (muestra que tiene los pies en la tierra, la cabeza en sus metas), también. Le da la medida exacta de sus logros. Sabe dónde está, lo que ha costado llegar hasta ahí… y hacia qué lugar le gustaría ir. “A principios de año no me imaginaba liderando el Nacional de Asfalto. No sabíamos cómo estaríamos. Creo que cogimos un ritmo muy bueno en las pruebas de las islas; eso nos ha dado mucha confianza para seguir adelante”, ríe.
Tanta, que el piloto aragonés ha ganado el campeonato absoluto cuando aún quedan dos pruebas para que termine la temporada. Cristian aún no se ha hecho a la idea: “Es un sueño (pausa. Confiesa con una sonrisa que cada día se lo cree un poco más, pero aún se está acostumbrando). Nunca me lo habría imaginado, ni cuando empezamos. Pero iban pasando las carreras, sumábamos resultados y vimos que estaba ahí y que era posible. Y comencé a pensar que podía hacerse realidad”.
Su fiel compañero en esta andadura es el Lancer Evo X Grupo N+ del equipo oficial Mitsubishi-Repsol, un coche con un punto fuerte clarísimo: “Los frenos que se han montado este año van muy bien; estamos probando en algunos rallys diferentes compuestos para saber cuál se adapta mejor a mi forma de conducir. La caja de cambios también es excelente, como todo el conjunto… Pero, si tuviera que destacar algo, serían los frenos. Además, se han solucionado los puntos débiles que vimos en 2015, así que…”. Bien.
Se nota la relación especial que Cristian tiene con este vehículo, aunque guarda un buen recuerdo de todos los que han pasado por sus manos. “Del Mitsubishi me gusta mucho cómo va, la tracción total en las curvas cerradas, el cambio secuencial… Pero también me encantaba el Seat León con el que empecé, ya que casi tenía que luchar contra él y eso me cautivaba. Y me divertía muchísimo con el Saxo, porque era muy juguetón”, explica. ¿Otros coches? “Me gustaría pilotar muchos: un WRC, un Grupo B… Aunque tengo algo especial con el Ford MkII, me fascinaría probar uno alguna vez”, añade.
Entramos así en el terreno de los deseos, de los sueños, sean quiméricos o no; nunca se sabe. “Ojalá llegáramos al Mundial de Rallys, pero no me veo allí. Somos conscientes de que no está dentro de nuestras posibilidades. No tenemos planes en este sentido, pero, si nos pusiéramos a ello, sería para llegar lo más alto que pudiéramos. Aunque es una opción que, hoy por hoy, no está en nuestra mano. Sí me gustaría participar en una prueba del WRC fuera de España. Me daría igual cuál, aunque preferiría que fuera sobre asfalto”.
Quizá por eso le gusta el Rallye de Llanes, asfalto puro y técnico, “un trazado bonito, una localidad preciosa y acogedora, una afición entendida…”. Señala la prueba madrileña, que tradicionalmente cierra la temporada del CERA, como la que menos le agrada, posiblemente: “Puede ser por el tema del circuito. Pero si el formato es así, tenemos que hacerlo”, asegura.
Madurez, de nuevo. A Cristian no le asusta el futuro, lo tiene tan claro como su presente. “Dentro de 10 años me veo en el sofá de mi casa (risas). Ojalá estuviera compitiendo en el Mundial, pero creo que no podrá ser, así que seguramente en una década… o menos, incluso, no me imagino pilotando al mismo nivel que ahora. Seguiré con mi negocio; habrá que dejar paso a gente nueva”, añade.
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