Safari es una palabra swahili que significa viaje y que fue adoptada para denominar las grandes expediciones de caza en el este de Africa a principios del siglo XX a cargo de los denominados grandes cazadores blancos, como Frederik Selous, RJ.Cunninghame o Dennis Finch-Hatton (sí, el personaje evocado por Robert Redford en ‘Memorias de Africa’).
Hace casi tres décadas la aparición de un nuevo modelo de rallyes no levantaba la pasión que ha causado esta semana las pruebas del nuevo Mini WRC en Portugal. Los distintos vehículos salían directamente del taller a los tramos cronometrados y allí se sucedían sus primeros pasos con mayor o menor éxito, sufriendo o no las consecuencias mecánicas de un mejor o peor diseño. Lo más eran los modelos de Lancia que aprovechaban la pista secreta de La Mandria utilizada en el desarrollo de los vehículos de serie para realizar los últimos ajustes. La única prueba donde realmente se realizaba un ensayo exhaustivo, casi demoledor, para hombres y máquinas era el Rally Safari donde cada marca disponía de un equipo ‘satelite’ que vivía durante casi cinco meses en Kenya tratando de hacer cada modelo casi tan irrompible como el Duralex. No existía esa suerte de investigación actual más propia de Hercules Poirot para intentar localizar a través de reservas de hoteles o permisos de cierre de carretera a los implicados y poder asistir así al ‘parto’ de uno de los nuevos protagonistas del Mundial de Rallyes.
Mi primer ‘safari’ fue en el verano de 1985 aunque tan solo a la localidad francesa de Draguignan, al Rallye 1000 Pistes, para ver en acción al nuevo Lancia Delta S4 de grupo B, que no obstante ya había corrido un par de pequeñas pruebas en Italia. Pero el que más recuerdo fue para tratar de localizar por primera vez a Carlos Sainz al volante del Toyota Celica en diciembre de 1988. Lo único que sabía es que era en Francia y en los tramos del Rallye de Montecarlo, así que al volante de un pequeño VW Polo Coupé 1.3 crucé La Junquera a la buena de Dios. No sé quien me encaminó a St.Jean-en-Royans y después de dar unas vueltas al pueblo tratando de localizar las furgonetas del TTE, me atreví a preguntar a la propietaria de un pequeño hotel-restaurante si sabía algo, respondiéndome que se habían marchado esa misma tarde a Vals-les-Bains, merci. Así que no me quedó más remedio que deshacer el camino andado y aparecer allá por la media noche en ese pueblo del Ardeche para encontrarme con las Mercedes blancas y rojas aparcadas. Afortunadamente pude encontrar una habitación en el mismo hotel para dormir unas cuantas horas, levantarme a la par que los mecánicos y seguirlos hasta el Col de la Fayole… .¿Fue eso o no un safari?. Además para mas ‘inri’ me tuve que ‘comer’ las imágenes una semana, o sea sin poder publicarlas en Motor 16, esperando hasta que se hizo efectiva la firma del contrato de Sainz con la marca japonesa, reportaje en el que afortunadamente ninguna publicación se me adelantó.
Hoy en día, con la prohibición de probar en los tramos del Mundial de Rallyes y la popularidad lograda por ciertas zonas de España, Cerdeña o Portugal para realizar los ensayos previos, el avance tecnológico a nivel audiovisual y el de las telecomunicaciones; resulta menos difícil lograr ese ‘scoop’, esa exclusiva capaz de dejarle a uno satisfecho como al Gran Cazador Blanco que se enfrentaba a la carga frontal de un macho con colmillos de cien libras solo con su rifle .500 Jeffery.
A saber qué dirían los Selous, Finch-Hatton y compañía si supieran que en sus antiguos terrenos de caza en Amboseli, Ngorongoro o Masai Mara funciona hoy en día y a tope de cobertura el invento de Sir Graham Bell en versión GSM….
Esteban Delgado
*Hiperfocal: Dícese de la distancia más corta a la que puede enfocarse un objetivo de forma que su profundidad de campo se extienda hasta el infinito.