El mundo está lleno de cervezas de todo tipo, blancas, rubias, negras, divididas según su proceso de obtención: de baja fermentación, de fermentación alta y fermentación espontánea. Para las primeras, elaboradas con malta clara, se utiliza el método de decocción y son las conocidas bajo nombres como pils, bock, export, etc; mientras las segundas realizadas por el método de infusión, con malta más oscura, son ejemplos típicos de las de abadía.
La malta y el trigo, con el que se fabrica las turbias blancas, muy refrescantes; son los dos cereales estrella de la cerveza, aderezadas algunas con frambuesas o cerezas para lograr una segunda fermentación aunque en China y Japón se usa también el arroz.
Quilmes en Argentina, Negra Modelo en México (mi favorita), Tusker en Kenya (¡que recuerdos!), Guinnes en Irlanda, Karjala en Finlandia (a 6 euros la jarra y como el pis), Cooper’s en Australia (enviada por DHL directamente a casa por mi amigo Stuart Bowes), Alhambra o Yuste en España (rebuscando en el Carrefour), Mythos en Grecia…y Pietra en Córcega. Son algunas de la cervezas que uno puede degustar siguiendo el Campeonato del Mundo de Rallyes.
Si en los cuentos de Asterix los jabalíes que comía Obelix engordaban con castañas, desde 1996 los descendientes de Napoleón han preferido elaborar una cerveza propia, única en el mundo, con el fruto seco más popular en los días de invierno que abundan en los frondosos bosques de la isla mediterránea, la Castanea Sativa, su nombre científico. En la región de Castagnicci, ¡cómo no!, a mil metros de altitud, se encuentra el castañar más alto de Europa, donde son seleccionadas, una a una, y transportadas en burros desde montes de difícil acceso.
Color ámbar y espuma de buena formación. Burbuja muy fina, vivaracha y bien integrada. Aromas a malta, con pequeñas notas afrutadas. Boca amarga, amplia y seca, con recuerdos a caramelo. Final donde el lúpulo emerge con esplendor, sobre un fondo de cereales. Gran personalidad, fuerte y delicada a la vez. No se le nota ningún aroma a castañas. Tales son las notas de su cata por parte de los expertos.
El sábado, durante la segunda etapa del Tour de Córcega después de cubrir gráficamente el séptimo y octavo tramo seguidos, con Sebastien Loeb y su Citroën C4 contando con 38,5 segundos de ventaja sobre Mikko Hirvonen y 42,5 sobre François Duval, con Daniel Sordo apeado de la carrera el día antes, aunque mi compañía no era Laetitia Casta precisamente, decidimos a poco más de las doce del mediodía de una espléndida y soleada jornada hacer un alto en el camino y sentarnos en la terraza de un restaurante con magníficas vistas del Golfe de la Liscia. Allí pedimos una ‘salade de chevre chaud’, una ‘ommelette au fromage’, cruda como a mí me gusta y unos medallones de ‘foie gras’, todo a compartir, menos las tres Pietra casi congeladas (se recomienda beber a 8ºC) que nos bebimos por cabeza, ¡eh!, botellines de 25 cl., y finalmente un postre ‘au chocolat blanche’ y un espresso, todo servido por una prometedora sustituta de la Casta…
En aquel momento a los dos tanto nos importaba que se hundiera el mundo o que Sebastien Loeb volviera a ganar el Tour de Ajaccio por cuarta vez… .
Para los malpensados: pese a todo, logramos repetir los dos tramos, décimo y undécimo y llegar a la asistencia final del día; faltaría más…
Esteban Delgado
*Hiperfocal: Dícese de la distancia más corta a la que puede enfocarse un objetivo de forma que su profundidad de campo se extienda hasta el infinito.