Hiperfocal *. …Volando voy

| 24/09/2008

A ver si encuentro un mono de mi talla, ¿me pasará lo mismo con el casco?.

Pues va a ser que no, el mono ignífulo me queda más ajustado que los jeans de una quinceañera (¿Por cierto, qué ‘tigre’ se lo habrá puesto antes?), aunque por otro lado me consuela que los haya más cabezudos que yo. Al final, parezco Robocop y es que apenas puedo doblar brazos y rodillas mientras espero turno para sentarme a la derecha de Sebastien Loeb en el Citroën C4 WRC.

El casco me aísla acústicamente del mundo exterior mientras veo como desfilan quienes tenían turno antes que yo. Y van treinta y nueve privilegiados. Las dudas me asaltan: ¿correrá Seb con el mismo empeño y ganas que esta mañana recién levantado?. Por otro lado, rezo y espero que no se vaya a romper nada justamente ahora.

Me toca y tengo la comida todavía a la puerta del estómago: apenas hace una hora no he dicho que no ni a la mouse de chocolate ni a una buena cantidad de ‘camembert’, ‘brie’ y ‘munster’; espero salvar mi dignidad sin abrir la boca… .

Uno ya tiene el culo pelado en estas historias: remitirse al último artículo ‘Gronholm-Delgadonen’ o al ‘Volando fui…’ de esta misma temporada. Pero bueno, montarse al lado del tetracampeón del mundo no ocurre todos los días, aunque ya tuve ese placer hace unos años en el debut del Citroën C2 S1600 en el sur de Francia, y sobre mojado. Espeluznante fue la palabra.

El circuito de tierra a casi un centenar de kilómetros al norte de París, lugar habitual de este tipo de eventos del grupo PSA, incluye un salto. Y por Tutatis como diría Asterix, ¡qué salto!. Nunca antes había experimentado algo parecido y esa es la justificación de volver sobre el tema que yo había dado por zanjado a nivel de vivencia escrita. Sí, sí, tanto con Carlos Sainz como con Marcus Gronholm había volado en algún rasante, pero nada que ver con lo vivido hace unas pocas horas que ahora trato de retener para siempre en mi mente como sea.

Intentar salvar la barra lateral de la jaula del C4 WRC ‘enlatado’ con un mono ignífugo cuatro tallas más pequeño es ya una proeza. Me cachis, la tercera edad. Los arneses nunca han sido lo mío, aunque procuro que me aprieten en previsión del impacto tras el salto. Saludo a Seb, pero no abro más la boca y salimos a todo trapo por la estrecha carretera de acceso a la pista como si tuviera prisa por acabar. Ya con una pista más ancha me dedico a calcular el ángulo de giro del C4 respecto al eje de la trazada. Paso de mirar ni sus manos ni sus pies ni en qué marcha vamos.

Se acercan los toboganes. ¿Será ahora?. No. Bueno creo que ya toca, veo una rampa que finaliza en una curva a derechas con abundante maleza interior. Va a ser aquí. Apalanco las nalgas en el asiento y los pies en la plancha delantera para intentar amortiguar la caída. Jolín, cómo será esto en Finlandia, leyendo las notas y casi sin poder intuir lo que viene después.

No sé si rezar. Despegamos. Notas como el ruido procedente de las ruedas ya en el aire es distinto, amortiguado. Uno, dos, tres, cuatro, cinco segundos…. . ¿Volvemos a tierra o no?. Finalmente, impacto. Desequilibrado, pero la suspensión encaja el golpe, aunque no algunas de mis vertebras dorsales que se dejan oir.

¡Ostia!, sin h y con perdón. Esto es la milk…ya en la parte llana del circuito cruzada va, cruzada viene ante unos cuantos afortunados espectadores haciendo fotos. No, no he potado, pero la adrenalina me devuelve la ilusión, me quita unos cuantos años y me pinta una sonrisa de oreja a oreja. En definitiva, una nueva sensación.

Y repetimos, como con las natillas. Compresión y salto. Uno, dos, tres, cuatro, cinco segundos de nuevo. Esto no es la Playstation. Es de verdad.

Ya de vuelta, comento la jugada con Seb: “Impresionante”, le digo. “Es un salto en cuarta velocidad, unos 120 kilómetros hora, es muy parecido al de Monte Lerno en Cerdeña o el de Schimatari en el Rally Acrópolis, de mucha curvatura y algunos segundos en el aire” me contesta. “Otra cosa es en Finlandia, en quinta o sexta velocidad, más planos…y entre árboles, ya sabes”

Olé vuestras partes.

Esteban Delgado

*Hiperfocal: Dícese de la distancia más corta a la que puede enfocarse un objetivo de forma que su profundidad de campo se extienda hasta el infinito.

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