La apasionante… y extenuante historia de rotular un Abarth Rally

| 25/02/2017

De Buenos Aires a Italia, con dos duros en el bolsillo, sin permiso de residencia (pese a ser argentino no tenía ascendentes del país transalpino) y con el sueño de ser diseñador de autos, como bien dicen ellos. Su acento no es de aquí ni de allá, fruto de ese carácter emigrante y viajero que a uno le deja con una forma de hablar que se asemeja pero a la que no terminan de identificarle en ninguno de los países por los que ha pasado. Extranjero en todos los sitios, Rubén Wainberg tiene una de esas historias existenciales bonitas de conocer y que termina, de momento, como jefe de diseño en Abarth; el sueño para cualquier amante del mundo del motor que en el caso del bonaerense comenzaba con sus dedos usados como molde para construir pequeñas y meticulosas réplicas de F1… hechas con celo adhesivo, fixo, cinta scotch o como quieran que se llame en cada región, país o zona de influencia de determinadas marcas comerciales.

Desde su cargo actual por sus manos -y las de su equipo- han pasado las voluptuosas formas de los últimos 500 Abarth y, cómo no, el Abarth 124 spider que se diseñó prácticamente a la par que el Fiat 124 y que, como bien sabéis, ha dado lugar a la versión de rallyes que esta temporada estrenará en el Nacional el equipo formado por Álvaro Muñiz y Antonio Solórzano.

La cabeza de Rubén bulle ideas y diseños sin parar, y por su amor a la competición tampoco le hace ascos a las libreas de los vehículos que crea. Él fue el encargado de dar color a ese primer Abarth 124 Rally que se presentó en el Salón de Ginebra de 2016 y él también ha aceptado el encargo de Abarth España de decorar la unidad del piloto coruñés. Su colaboración podría haberse quedado ahí y él seguir en su despacho pariendo conceptos y nuevas formas de aumentar las pulsaciones de los amantes de los vehículos italianos, pero nada más lejos de la realidad. Su pasión va mucho más allá. Rubén Wainberg tomó un avión y se plantó en Madrid para participar directamente en el vinilado de esta unidad. Toda una odisea de casi tres días de duración…

¿Recuerdas los colores con los que se comercializa el Abarth 124 Spider? En la unidad de Muñiz desaparecen y apenas queda el negro en el contorno de las ópticas. El resto se cubrió con una base perlada sobre la que se fue creando el diseño definitivo. Como podrás comprender a la vista del resultado final, nada es casual y todo tiene un sentido histórico en cuanto a colores, formas y detalles. Detalles que Rubén cuidó hasta la extenuación de todos los miembros participantes en este trabajo, realizado en las instalaciones de SMC Junior Motorsport, en la localidad madrileña de Paracuellos del Jarama.

Cuando llegué allí, el jueves previo a la presentación del coche, éste ya lucía gran parte del trabajo… o eso creía, iluso… «Llévatelo, sácalo de aquí una hora!» me responde -medio en serio medio en broma- Luis, el rotulista, cuando les comento la posibilidad de pedirles prestado a Rubén durante un rato para realizarle una entrevista.

El argentino, como buen artista, cuida con celo y al detalle todas sus obras. Cinta métrica y regla en mano, sube y baja adhesivos en distancias orbitales medidas en milímetros. Marca contornos con esa cinta negra y estrecha que a buen seguro habrás visto en alguno de los cientos de programas de TV dedicados a la restauración y tuneado de coches. Sube, baja, se sienta, se tira al suelo, se pone de pié y da órdenes continuas a un Luis que es como el Santo Job

¿Merece la pena tanto esfuerzo para un coche de rallyes que va a llevar todo tipo de maltratos? Lo merece, y más éste, por la novedad del vehículo, por todo lo que implica de historia de marca y por la presentación pública que iba a tener lugar en el salón ClassicAuto de Madrid. Pero hasta ese momento Gonzalo Martín de Andrés, el responsable de SMC, casi prefiere ni mirar a la esquina de su taller, viendo como pasan las horas y aún queda mucho trabajo por delante.

Las 16:30, primera hora límite marcada, se convirtieron en 17:30. A esa hora llegó el camión grúa que iba a trasladar el Abarth Rally al recinto ferial de la Casa de Campo. Pasadas las 19:30 se empieza a mascar la tensión alrededor de un Rubén Wainberg que sigue inmerso en su azarosa tarea. A las 20:30 el coupé italiano sube a la plataforma con el diseñador argentino pidiendo vinilo para terminar un detalle en los marcos de las puertas… resoplido general, ¡este tipo no tiene límite!

Un día después el reconocimiento del público asistente al acto de presentación confirma el gran trabajo realizado. Los que lo han visto en directo lo pueden atestiguar; el resto lo podéis ver en las imágenes publicadas. Mientras tanto, Rubén estampa su firma en una de las barras antivuelco: es su criatura, la que ha creado en Italia y la que ha maquillado en Madrid. Durante una buena hora, el argentino dará vueltas y vueltas alrededor del coche, sacando mil y una fotografías a distintos detalles de su obra. Lo vive como pocos.

En una de esas, y mientras yo contemplaba el coche, Rubén se acerca y me señala uno de los vinilos que cubre la pieza más baja de la toma de aire en el frontal del Abarth Rallye; esa misma que va a durar entera lo que un caramelo a la puerta de un colegio. Con esa curiosa mezcla de acentos argentino e italiano me espeta: «Y?, viste?, Luis ahorró vinilo y lo ajustó al límite de la pieza en vez de darle la vuelta por abajo… y ese vinilo se va a levantar!». Un rato después, el jefe de diseño de Abarth desaparece. Algunos lo vieron rebuscando entre los pequeños coches a escala que se comercializaban en esta feria del automóvil clásico. Como aquellos que él construía con celo adhesivo, fixo, cinta scotch o como quieran que la llamen…

 

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