Hace dos días que nuestro deporte está en boca de todo el país y de todo el mundo de la competición a nivel internacional por los trágicos sucesos ocurridos el pasado sábado, donde siete personas perdían la vida a pie de cuneta a causa de un trágico y maldito accidente.
Es cierto que en esta ocasión, la responsabilidad no fue tanto de los espectadores o de la organización, dado que en el sitio en el que estaban puestos los espectadores, podíamos estar cualquiera de nosotros. Pero tampoco podemos obviar que la cercanía que había a la carretera suponía un riesgo añadido que no existía unos metros más arriba.
Lo pasado, pasado está. Es triste y lamentable, pero eso ya no lo podemos cambiar. Ahora bien, lo que si podemos hacer es evitar que se vuelva a repetir. Constantemente nos quejamos de que los organizadores no son lo suficientemente estrictos, o de que las federaciones no se involucran como debieran, o de que no hay suficiente presencia policial en las carreras… Y así podría poner mil ejemplos de cómo le echamos la culpa al de al lado en lugar de pararnos a analizar nuestros propios errores y de asumir la responsabilidad que tenemos en todo esto.
Y digo yo… Tenemos la suerte de formar parte de un deporte en el que la afición participa de manera activa en un 90% del tiempo. ¿Por qué no somos nosotros los que damos un golpe en la mesa y ponemos las cosas en su sitio? ¿Por qué tiene que haber un policía o un comisario cada cien metros si podemos hacer nosotros que su presencia allí sea únicamente para mantener el orden como en cualquier deporte de masas? ¿Qué más tiene que pasar para dejemos de ser noticia? Porque sinceramente, para formar parte de la actualidad así, personalmente prefiero que las cosas sigan como están y que continuemos siendo invisibles.
Desde los medios de comunicación que nos dedicamos a esto, hemos intentando cientos de veces hacer llegar este mensaje a todos los asistentes a las carreras, y os quiero trasladar con el corazón en la mano la sensación de impotencia que produce que las palabras queden perdidas en Internet.
Nosotros no podemos hacer más, lo único que os podemos pedir, suplicar y rogar es que nos ayudéis. Que nos ayudéis a que esto no caiga en el olvido. Que nos ayudéis a que esto no vuelva a ocurrir.
Entre todos tenemos que conseguir que nunca más vuelva a haber una ausencia en una mesa por culpa de una imprudencia.