Uno de los días más difíciles de mi vida, sin ninguna duda. Pero también uno de los que más me ha hecho pensar y aprender. Cuando un equipo tiene un accidente en un rallye todo pasa muy rápido. Te enteras con cuentagotas de lo que va ocurriendo, ves fotos o vídeos cada rato y poco a poco, con la información que tienes, te formas tu propia idea de lo que ha pasado. Nunca había vivido tan sumamente de cerca lo que es para la familia y los amigos un accidente como el que tuvo Alberto el sábado, y por eso quiero compartir con vosotros cómo lo viví. No se muy bien si, como un desahogo, o como una forma de que ponerle voz a las personas que peor lo pasan en estos casos.
Yo estaba ya preparada con mi equipo de televisión en el centro Calatrava, esperando a que llegaran los equipos a la entrega de premios, como hago en cada rallye. Mientras esperaba, con el móvil en la mano mirando los tiempos del tramo espectáculo, empecé a sospechar que algo había pasado. El tiempo de Alberto tardaba mucho en aparecer. En ese momento, le sonó el teléfono a un chico que estaba a mi lado, y lo primero que salió de su boca fue… «No jodas». Entonces le miré, él me miró, y me hizo un gesto con la mano como diciendo, «Espera». Justo en ese momento, otro chico, a través de Instagram, me mandó un mensaje. «Alberto se ha salido, está entrando la ambulancia. En cuanto sepa más te aviso». Estaba totalmente en shock. El corazón me latía a 1000 por hora y no sabía qué hacer con la poca información que tenía. Entonces me sonó el teléfono a mi. Era Rodri. Me intentó contar lo que había pasado con la mayor calma posible. «Maca, nos hemos salido. Alberto se ha quedado inconsciente con el golpe, pero ya está despierto. Le sacan y nos llevan al hospital». Ya con toda esa información, empiezas a pensar qué hacer.
Lo primero que pensé fue que el tramo estaba siendo retransmitido en directo y que había cientos de personas allí, por lo que la noticia iba a volar con mucha rapidez, por lo que llamar a casa de Alberto era lo mejor, para no asustar a su familia que estaba en Madrid.
Lo siguiente fue, aunque muchas veces no seamos conscientes de la importancia que tiene, apoyarme en los amigos. Todos y cada uno de mis amigos, los que estaban allí y los que no, no se despegaron de mi ni un solo momento. Si en ese día les hubiera pedido un trozo de la luna, se las habrían arreglado para traérmela.
Y el último paso fue esperar a ver con mis ojos a Alberto. Él desde la ambulancia ya me estaba escribiendo: «Maquita estoy bien». Pero no era bastante. Necesitaba verle con mis propios ojos y tocarle con mis manos para saber que esta pesadilla iba a tener un buen final. Y así ha sido. Estamos en casa, juntos y enteros. Un susto que no olvidaremos jamás, principalmente, por todo lo que nos ha enseñado.
Dicho todo esto, quiero dar las infinitas gracias a todo el mundo. He recibido cientos de llamadas y de mensajes, tanto de conocidos como de desconocidos, mandando buenos deseos. Y no sabéis lo reconfortante que es. Pero me gustaría hacer unas menciones especiales, a los que tanto me ayudaron a pasar este sábado negro.
Primero a ti, mi querido Rodri. Nunca piensas que esto te puede llegar a pasar a ti. Jamás pensé que vería a Alberto por la tele saliendo en camilla del tramo. Pero la verdad es que, ya que ha pasado, me alegro de que fueras tú el que iba a su lado. También a tu novia, Eva. Que estando tan lejos de allí mantuvo la calma, y me ayudó a mantenerla a mi.
Sigo contigo, Borja Rozada. Siempre estás en los momentos complicados. Tampoco fue un buen fin de semana para ti, pero lo dejaste todo de lado y no te separaste de nosotros ni un segundo. Es un privilegio tenerte cerca, aunque por nuestra culpa te hayan salido un puñado de canas más.
También quiero dedicaros todo mi agradecimiento a vosotros, Ángel Paniceres, María Salvó, Adri y Rebe. Fuisteis mis ojos y mis manos cuando llegamos al hospital mientras esperábamos a que llegaran Alberto y Rodri, y no tengo vida suficiente para agradeceros que estuvierais allí.
Sigo con vosotros, la familia de Alberto, que desde hace años también sois mi familia. Estando en Madrid, tuvisteis la templanza de esperar a que os contáramos qué estaba pasando, y confiasteis ciegamente en mi para cuidar a uno de vuestros tesoros más preciados. Gracias. Os quiero muchísimo a todos.
Mi familia. Mis padres y mis hermanas. Cada día tengo más claro que aunque la familia no se elige, yo os elegiría a todos y a cada uno de vosotros sin dudarlo. Me conocéis tanto y tan bien, que sabéis qué hay que decir en cada momento, sabéis tranquilizarme, sabéis quererme con nadie más lo hace. No puedo vivir sin vosotros.
A todo el equipo de Alberto y Rodri. Nos habéis demostrado que el equipo humano del que se rodean nuestros chicos no puede ser más generoso, más personal y más amable. Quiero deciros que ya no somos solo un equipo, somos un gran grupo de amigos.
A todo el equipo Suzuki, que ha estado pendiente de nosotros como si fuéramos parte de vuestra bonita familia.
A todo mi equipo de televisión, Juan Carlos, Jaime, Joaquin, Fon, Sera, Óscar. Que me cubrió con todo el cariño del mundo para que el programa saliera adelante de la forma más generosa.
Sigo con vosotros, Iván Ares y Laura, que antes de volver a casa el domingo, vinisteis al hospital a ver a Alberto y a darnos todo vuestro cariño.
Y ya termino contigo, Alberto. Esto me ha servido para volver a darme cuenta de lo mucho que te quiero. De que eres la persona más valiente que conozco. Te llevaste la peor parte de todo esto y no te he visto flojear ni una sola vez. No cambies nunca.