Sebastien Ogier será piloto de M-Sport durante el WRC 2017, sí. Pero ¿nos hemos parado a pensar en lo que eso significa? Porque tiene muchas implicaciones…
Como señalan en autosport.com, el fichaje del cuatro veces campeón del mundo es un sueño hecho realidad para el equipo inglés. La marcha de VW es desastrosa, desde luego, y seguro que Ogier ha pasado malos momentos pensando de qué servía ser un piloto ganador… sin nada que pilotar. Cuéntale eso a un patrocinador. Pero con su llegada a la escuadra de Malcolm Wilson, hay mucha carne en el asador.
Está el morbo de ver cómo se desenvolverá en un nuevo coche, haciendo frente a Kris Meeke en el Citroën DS3 WRC. No olvidemos que, en este caso, la desventaja es para el francés: llegará al Rallye Montecarlo con muy poco conocimiento de su Ford Fiesta WRC, que apenas habrá probado. Y las carreteras de montaña cubiertas de hielo son el peor sitio posible para descubrir cómo se comporta un vehículo recién estrenado en competición.
Precisamente, eso va a ser lo que haga que este campeonato esté muy abierto. Se dan todas las circunstancias: los nuevos coches, la entrada de Toyota (con Jari-Matti Latvala en sus filas, no nos olvidemos), los cambios. Quizá M-Sport tiene ante sí la mejor oportunidad en años de hacerse con un tercer título. No sólo por contar con Ogier; el equipo ha trabajado para crear un vehículo de apariencia… Bueno, sorprendente. Siento decir que ninguno de los nuevos WRC me parece bonito; demasiado tuneros para mi gusto. Pero si funcionan como la FIA (Federación Internacional de Automovilismo) cree que deben funcionar, es decir, ofreciendo más espectáculo y trayendo más público a las cunetas, bienvenidos sean.
De momento, la web británica anuncia que Henry Ford II ha estado en Inglaterra recientemente. Y, aunque Wilson se ríe ante un posible retorno oficial de la marca al campeonato, lo cierto es que ahora, al calorcito de Ogier, debe ser muy tentador…