Final del tramo de Salceda. Un tranquilo valle de esos con pequeñas casas unifamiliares muy típicas en Galicia y en el que sus habitantes gozan de un nivel de vida medianamente estable, con una economía familiar a caballo entre el trabajo en la industria local (muy vinculada a las cercanas canteras de granito) y la pequeña agricultura de autoconsumo. Vamos, una zona silente apenas rota por las fiestas patronales -cuando toca- el paso de los vehículos de la parroquia y el griterío de algún niño disfrutando de las muy extendidas piscinas de quita y pon que tanto se prodigan por los centros comerciales en estas fechas.
Estamos en un mar de la tranquilidad… o eso creíamos, porque en todo barrio hay un vecino marchoso y guasón, y aquí Manolo -nombre ficticio, aunque nos atrevemos a asegurar que no vamos muy desencaminados- tenía para dar y tomar desde una finca situada unos metros por encima de la carretera, con dos cajas acústicas del tamaño de una nevera, un micrófono y un lector de CD con el que amenizar a parroquianos y aficionados al rallye que se acercaron al último cruce del tramo, situado apenas a un centenar de metros de la células de meta.
Éxitos del verano a todo trapo entre pasada y pasada, y un tímido intento de retransmisión cuando se reanudó la competición automovilística en esta zona. Sí, un intento discreto porque entre la falta de experiencia y cierto pudor apenas pudo articular desde su privilegiada atalaya un par de frases del estilo «José, ainda non me pagaches ese viño. Eres ben de secano, carallo! Eres peor ca min!«, o algún que otro aviso de seguridad: «chamade a Luisa que anda o seu can por aí solto e o vai coller un coche!«…y llegaron los coches, y Manolo se soltó con más comentarios: «Dios! como entraches aí chaval!«, «moi bien! sí señor!», «vamos, campión!«… Comentarios que retumbaban con nitidez por todo el valle hasta que las detonaciones del Clio R3 de Jorge Pérez, el ídolo local, desataron a Manolo en éxtasis radiofónico. «Aí está! que gran piloto temos en Salceda, eh?! vamos Jorghe!» (lo sabemos, el nombre no está bien escrito).
Efectivamente, Jorge Pérez llegaba desatado en el tramo de su casa. No era para menos, teniendo que en cuenta que se estaba jugando el segundo puesto final en el Rallye Sur do Condado, ese mismo que se disputa alrededor de su localidad de nacimiento. El Subaru Impreza de Félix Macías era su rival en esta lucha a priori desigual por ser entre un tracción total y un delantera, pero muy disputada en cronos y que sólo una pequeña excursión del Clio R3 en el último tramo decantó del lado de Macías.
Fue la pelea del rallye; lucha de la que al inicio de la tarde decidía descolgarse el ourensano Iago Silva -Peugeot 208 R2- viendo que no iba a tener opciones de dar caza a dos equipos enfrascados en un duelo personal dentro también de la copa Top Ten Pirelli. Y fue una pelea que contempló desde el privilegiado liderato un Alberto Meira que se quedó prácticamente solo al frente de la clasificación a media mañana, luego del abandono de Iago Caamaño al sufrir una pasada de frenada y quedar empanzado en una cuneta, y tras ver como Gorka Antxustegi tenía que aflojar el ritmo y perder muchos minutos por problemas con el calor y la centralita en el Suzuki Swift R+. Cuando las cosas fueron bien el vasco rodó en segunda posición, lo cual adelanta buenas prestaciones de los N5.
Meira tuvo que hacer números para mantenerse en carrera y no perder la concentración, sumando una nueva victoria con la que toma cierta delantera al frente de la clasificación general del Campeonato Gallego de Rallyes.
Por lo demás, otro local, Carlos Araujo, iba de menos a más y se hacía con la quinta plaza final, desoxidándose tras estar un año sin correr y dando cuenta en la clasificación general de Pedro Tapia. Javier Pardo pulía aspectos de su pilotaje en asfalto para no fatigar en exceso los frenos de su 208 R2 y lograba la séptima plaza final, por delante de Álvaro Méndez: piloto atómico del todo o nada que aprovechaba el abandono de Dani Castro para resolver una cerrada disputa y hacerse con la victoria en la veterana copa Volante FGA.
¿Calor?, el suficiente para aplatanar al personal en las secciones que se disputaron en las horas centrales del día y para ser, directa o indirectamente, el causante de gran parte de los numerosos abandonos. De casi 150 inscritos 78 lograron concluir la última prueba antes del descanso de verano en este certamen regional.