Por favor, Robert, quédate con nosotros

| 02/07/2014

Hay que tener talento, valor, confianza, y ese fusible en el cerebro al que algunos llaman locura, pero al que a nosotros nos gusta llamar pasión. ¿Le falta a Kubica algo de esto?

Más o menos todos llegamos a un momento en nuestras vidas en el que tenemos claro a qué queremos dedicarnos y en qué queremos invertir nuestro corto, pero sin embargo, valioso tiempo. Y como la mayoría de los pilotos que conocemos, tanto personalmente como a través de los medios de comunicación, la pasión por el automovilismo viene con ellos desde que dan su primer aliento en la tierra. Nadie les dijo que sería fácil, pero como en todo en esta vida, el que quiere llegar lejos tiene que ser el mejor. Robert estuvo a punto de tocar la cima, pero su historia pasó de ser una lucha por ser el número uno, a ser una espectacular pelea por la superación. Solo por eso merece todo nuestro apoyo y todo nuestro aliento para seguir mejorando cada día.

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Después del brutal accidente que tuvo en el año 2011, en el que estuvo a punto de perder su mano derecha, era impensable que el piloto polaco fuera capaz de volver a conducir un coche de carreras. Creo que es casi imposible que podamos imaginar lo que tiene que ser para un piloto, sea de la modalidad que sea, que una de sus manos, una de sus imprescindibles herramientas de trabajo, haya dejado de funcionar. Pero Kubica decidió luchar, decidió seguir adelante con el que se supone que es su cometido en este mundo, con su afición y con su pasión. Si consiguió trabajar lo suficiente e ir mejorando su estilo de conducción para llevarse el título de campeón de WRC 2 en 2013, ¿por qué no lo puede conseguir más adelante en el WRC? ¿No es esta la progresión lógica que deberían seguir, y de hecho suelen hacerlo, todos los campeones del mundo? Los coches son más rápidos, los pilotos más hábiles y el nivel de exigencia más alto. ¿Kubica no puede? Esta es la clase de pilotos que necesitamos en una competición como el WRC. Necesitamos constancia, seriedad, profesionalidad y afán de superación. Si todo esto no está en la cabeza de un aspirante a campeón, sea quien sea, los títulos se esfuman como el vapor.

Que haya un piloto con “limitaciones” físicas codeándose en las pistas con los mejores del mundo, lo único que merece por nuestra parte es respeto y admiración. Porque las limitaciones no están en el cuerpo, están en la mente, y nos las ponemos nosotros mismos. Afortunadamente, a día de hoy, vivimos en un mundo en el que un problema físico como el que tiene Kubica, ya no es un impedimento para absolutamente nada, ni siquiera para subir a un World Rally Car y conducir gas a fondo durante cientos de kilómetros. Con los medios adecuados, todos somos capaces de todo y son las personas como Robert las que se lo muestran cada día al mundo. Debería ser el ejemplo a seguir de todos los demás. No hay que ver cada golpe ni cada salida de pista como un paso hacia atrás, es un paso hacia delante. Pero no solo para él. Lo es para todos nuestros pilotos. Es algo más que hay que corregir y sobre lo que hay que trabajar para mejorar. ¿Sabéis cómo se llama esto? Se llama motivación. Nuestras motivaciones son las que hacen que la tierra gire cada día, y en particular, las de Kubica hacen que nos guste un poco más nuestro deporte. Que verle pasar por delante de nosotros al límite en las pistas del WRC sea todo un espectáculo, y que se nos ponga el corazón a mil vueltas cuando oímos que se está acercando el Ford. Deberíamos agradecerle que haya elegido el WRC para continuar con su carrera deportiva, debemos animarle a que no lo deje, a que siga luchando por lo que, al final, es su sueño, y a veces se nos olvida que de la misma manera, nosotros también tenemos el nuestro y no solemos dejar que ningún obstáculo nos impida cumplirlo. Pero también creo que, sobre todo, tenemos que convencerle entre todos de que puede.

Él es el único que siente el riesgo, que lo vive y que se enfrenta a él cada vez que se pone el casco. Dicen todos los pilotos, y los hemos escuchado muchas veces, que cuando conoces el peligro ya no eres capaz de vivir sin él. Pues a nuestro querido Kubica, le pasa lo mismo. Así que por favor, Robert, quédate con nosotros.

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