El Rallylegend 2016 acaba de celebrarse con el final que todos conocemos; no abundaré en ello. Más bien quiero hablarte de una prueba que cada año atrae más público y lo hace por derecho propio. Y que el año que viene se merece aún más aficionados disfrutando de su espectáculo favorito. En 2016 he visto allí gente de todas las nacionalidades (españoles mostrando su apoyo a los hermanos Vallejo con la camiseta del lobo de Meira, holandeses, franceses, alemanes, italianos -qué suerte, a ellos les pilla cerca-, portugueses, británicos…). El evento consigue la cobertura de 350 medios especializados y generalistas. El primer ministro de San Marino, la pequeña república que acoge el evento, visita el parque cerrado. Es único.
¿Cómo ha construido el Rallylegend ese éxito? Con una lista de inscritos en la que destacan los Grupo B, amiguitos. Vas a ver un Opel Manta, un Lancia Stratos… Pero hay mucho más. El precioso 037. La mítica «Deltona». Audi Quattro, Peugeot 205 T16, los Toyota Corolla de la época de Carlos Sainz (de la época buena, quiero decir), VW Golf GTI de los años 70, Autobianchi, Ford Cosworth… Supongo que a estas alturas ya estás babeando.
Pues prepárate, que hay más; si los vehículos son buenos, sus pilotos no se quedan atrás. Marcus Gronholm era el coche cero antes de la categoría principal y llevaba un moderno Polo WRC. También Hayden Paddon estaba al volante del muy actual Hyundai i20 WRC. Pero en las ventanillas traseras de esas máquinas impresionantes que hemos enumerado se podían leer nombres como Miki Biasion, Gilles Panizzi, Armin Schwarz, Alister McRae, Piero Longhi, Gustavo Trelles. En el parque cerrado vimos a Markku Alen y a Juha Kankkunen. Ha sido un viaje en el tiempo, un traslado a la época en la que los rallyes emocionaban al público.
Añade tramos nocturnos (has leído bien. De noche, como antes) y de fácil acceso, un reagrupamiento en un sitio mágico -voy a recordar toda la vida la plaza de San Marino con los 037 recortados ante el edificio principal-, coches que hay que saber llevar y pilotos cuya mención sigue provocando un silencio respetuoso. La fórmula no es tan complicada, en serio. Señores de la FIA, este último párrafo va por ustedes. Reléanlo y reflexionen, por favor.