El Rallye de Argentina 2016 estará estrechamente vigilado este fin de semana por la FIA, que comprobará si ha mejorado la seguridad de la prueba. No es para tomárselo a la ligera (nunca lo es cuando está en juego la protección del público), ya que la Federación Internacional de Automovilismo ha dado un aviso final al evento con base en Villa Carlos Paz, recoge autosport.com. Polonia también tiene «tarjeta amarilla». Si quieren seguir en el WRC, ya saben lo que tienen que hacer.
Estas advertencias se remontan al año pasado: Hayden Paddon arrolló a unos espectadores en el tramo Capilla del Monte-San Marcos y resultaron heridos. No haremos leña del árbol caído ni abundaremos en este tema: baste decir que en esta edición se han hecho cambios en la ruta para garantizar la seguridad de los fans.
Una visión simplista de las cosas (la de los medios generalistas, vaya) enarbolaría la bandera del peligro que encierran los rallyes, esas pruebas en las que la gente se acerca demasiado a la carretera mientras que bárbaros al volante pasan a toda velocidad y bla, bla, bla… Ya está bien de patrañas. «Motorsport can be dangerous». Eso se advierte en cada rincón de cada especial de cada cita del Mundial y todos lo sabemos. No hace falta que nos lo repitan. Al menos, no a los aficionados de verdad.
Otra vuelta de tuerca haría recaer la culpa en el público, inconsciente y mal colocado, o en sus pocas ganas de obedecer a comisarios o responsables del evento. Por desgracia, en las cunetas españolas he vivido infinidad de veces la misma situación que comentaba mi compañera Macarena López en su artículo (tienes el enlace bajo estas líneas): ni caso a los que pretenden que todo salga bien, repliegue cuando pasa la caravana de seguridad para lanzarse hacia delante después. Y no hace falta que haya alcohol de por medio. Pero, amigos, esto también es simplismo.
Lo es porque, asimismo, hacen falta organizadores con mano firme, a los que no les tiemble el pulso a la hora de suspender un tramo y que digan claramente -en lugar de taparlo, cosa que también ocurre en no pocas ocasiones- que ha sido porque los espectadores estaban mal colocados. Efectivamente, sin los fans no se sustenta este deporte, pero tampoco se les puede perdonar todo. Lo malo es que pagan justos por pecadores. Lo bueno es que los justos son más.
En cualquier caso, como nada en esta vida es tan sencillo, la realidad es que el desarrollo sin incidentes de un rally (sea del Regional, del Nacional o del WRC) depende de todos: público y responsables de la prueba. Pero hasta que eso no se nos meta en la cabeza, seguiremos oyendo hablar de eventos que pierden sus derechos en un certamen. Y luego, como nos pasó con el Rallye de Portugal, lloraremos.