En una decisión sin precedentes, los participantes en el Rallye de Australia tuvieron que afrontar el tramo nocturno de la prueba saliendo cada cinco minutos (en lugar de cada tres), debido al polvo en suspensión. Aun así, las condiciones eran dantescas y los principales pilotos no tardaron en hacer oír sus quejas contra los organizadores: la especial de Valla fue disputada completamente a oscuras, con nubes de tierra que reducían todavía más la visibilidad. En su opinión, era «inaceptablemente peligrosa».
Sebastien Ogier (recién coronado triple campeón del mundo de Rallyes), comentó a Autosport: «Los tramos nocturnos en pruebas de tierra no deberían celebrarse, no es bueno para la seguridad, especialmente en este tipo de terreno, en el que se levanta mucho polvo. Entre coche y coche nos dieron cinco minutos… De acuerdo, no fue una pesadilla, pero las condiciones no eran las más seguras. Se lo dijimos a los organizadores antes de la cita: ‘Por favor, piénsenlo, quizá no sea la mejor idea…'», explica.
El mayor perjudicado fue Kris Meeke, que en esta especial perdió el liderato de la prueba a favor de Ogier sólo por 0,3″. El piloto del Citroën DS3 WRC estaba furioso al finalizar el tramo y saltó directamente de su coche para protestar ante los oficiales de la FIA (Federación Internacional de Automovilismo) Michele Mouton y Jarmo Mahonen. No quiso hablar con la radio o la televisión en ese momento y apenas pudo disimular su enfado cuando regresó al parque cerrado. Al ser preguntado después por el incidente, se limitó a comentar: «Es una desgracia». Sabe que quizá su futuro en el equipo galo se ha decidido en Australia. Y ha dependido de una moneda lanzada al aire, en la que, además, se ha jugado el tipo.