Es el incidente cómico (aunque te puede costar un disgusto serio) en el que todos pensamos cuando vemos abrirse el champán para regar al público en pleno éxtasis por el triunfo conseguido. Y a Sebastien Ogier le ha pasado. Estaba celebrando su primer puesto en el Rallye de Alemania, su 30ª victoria en el Mundial, su podio número 43. Desde el capó de su VW Polo R WRC y con una botella en la mano, claro.
Todo parecía bajo control y Ogier hizo el gesto mecánico, tantas veces repetido, de quitar el corcho. Y entonces, pasó. Salió con fuerza y le golpeó justo al lado del ojo. Tuvo suerte… «Se ve que necesito practicar para abrir las botellas de champán , a pesar de mis 30 victorias. Quizá he de ganar con más frecuencia», bromeó el piloto en su cuenta de Facebook.
Curiosamente, éste no es el primer incidente que sufre Ogier al vencer en una prueba. En el Rallye de México de 2013, corrió hacia una puerta de garaje que estaba entreabierta. El médico del equipo tuvo que cerrar una herida que sangraba bastante. Menos mal que las gafas de sol enormes siguen de moda…