Hablar de automovilismo y ahorro de costes es casi un contrasentido. Todos sabemos que a nada que uno se proponga una aventura deportiva sobre cuatro ruedas, cada bocanada de aire que pega le cuesta varios cientos de euros… y sigue sumando. Y aunque hay ejemplos de equipos que salen con lo puesto y tiran casi a vela, la historia de estas líneas tiene su aquel por tratarse además de una aventura oceánica; un salto de córner a córner en el reino español desde el lejano Fene (localidad lindante con Ferrol) hasta las islas afortunadas. Sí, ese archipiélago que cuando contemplamos los partes meteorológicos televisivos parece que está a la vuelta de Huelva, pero que cuando uno se sube a un avión se harta de buscar durante horas a través del minúsculo ventanuco y en el infinito océnano algún atisbo de tierra firme.
Jugarse un título de Gr.N en el Campeonato de España de Rallyes implica estar presente en las dos primeras citas del año en Canarias (Adeje y Las Palmas). Una buena sacudida al bolsillo que los gallegos Edgar Vigo y Fátima Ameneiro trataron de reducir a su mínima expresión. Y ese es un mínimo casi de supervivencia deportiva. Algo así como, «si conseguimos llegar a Ulan Bator con un Fiat Seicento en el Mongol Rallye, ¿no vamos a ser capaces de hacer dos rallyes del Nacional con un Swift del Trofeo, sin asistencia y un poco de equipaje?».
A la pareja protagonista le ponen los retos, como puedes ver en este artículo publicado hace ya algún tiempo, y en esta ocasión la aventura comenzó en Viernes Santo con un viaje relámpago de 26 horas ida y vuelta non-stop desde Galicia hasta Huelva, con un coche prestado y el pequeño Swift montado en un remolque. Unos pocos recambios, equipaje, bacquets y arneses cedidos por el colega de turno (el coche es tan original del Trofeo que ya habían caducado) embarque en el Ferry destino Tenerife y despedida del pequeño Swift. El reencuentro se produjo días después y con la ayuda de la escudería organizadora del Rallye Villa de Adeje para reanimar al pequeño japonés al que el viaje le había sentado mal… batería descargada.
El equipo (piloto, copiloto, un par de trolleys y muchas ganas de disfrutar) viajó el martes antes del Villa de Adeje, en vuelo Ryanair y de nuevo abusando de las amistades y esos puentes tejidos por la emigración gallega a las Islas Canarias para encontrar un hotel barato, pero barato de verdad. ¿Se podía rascar más?, pues sí: corriendo con ruedas de calle, a 40 euros la unidad. «Sabíamos que poco más íbamos a hacer que rondar los últimos puestos», recuerda Edgar, «pero nuestro objetivo era terminar, esperar abandonos ajenos y sumar puntos». ¡Zas!, la primera llegó en los tramos tinerfeños: terceros de Gr.N.
En aquella primera entrega de premios hubo reconocimiento a su labor, porque ellos se lo guisaron y ellos se lo comieron solitos, apenas con un poco de ayuda local que recibieron tras el rescate del Swift moribundo en el fondo de un carguero. Porque una semana después Edgar y Fátima se encontraron completamente solos en la asistencia del Rallye Islas Canarias – El Corte Inglés. Además, en una esquina del parque de trabajo en la que, sin carpa ni compañeros que cuidasen el sitio, cuando ellos llegaban era ocupada por la cola de los primeros participantes que ya retornaba a los tramos.
Pero aguantaron, y al tran-tran, corriendo por lo negro y con buena letra, no solo superaron las dos etapas sino que pusieron contra las cuerdas al bueno de Angel Paniceres al que problemas de motor en su Evo X le llevaron a tal sangría de minutos que a punto estuvo de perder la victoria de Gr.N. ¡8 míseros segundos! separaron al asturiano del modesto equipo gallego que, para entonces, ya era la comidilla de los periodistas radiofónicos que cubrían la prueba y que incluso les esperaron en el último tramo para ser testigos directos en caso de que obrase el milagro… de haber ocurrido ambos habrían ascendido a Capitán General sin pasar por la academia militar, porque hubieran llegado a la península liderando el Gr.N y casi gastando lo mismo que una compra familiar mensual en el Lidl.
Está claro que la suerte estuvo de su lado, pero también es verdad que la fortuna hay que tentarla para que venga y te acompañe… eso sí, fueron doce días y muy pocas horas libres para ver algo más que un logo con una S en el centro de la calandra y unas barras antivuelto.
Ahora, ya de vuelta en casa, uno podría sentarse en el sofá, ver pasar el tiempo y esperar a contar a sobrinos y nietos la gran aventura que vivió… si no fuera porque dentro de unos días toca un nuevo viaje relámpago hasta Huelva para recoger al bendito Swift que aguantó la tortura sin rechistar. Aún así tendrá que esperar en puerto hasta el 1 de mayo porque el fin de semana anterior Edgar y Fátima organizan el slalom de Neda, prueba de la especialidad puntuable para el Campeonato Gallego. Al Nacional estarán de vuelta con motivo del Rallye Sierra Morena donde, allí sí, correrán con el Evo X alquilado a RMC. Pero ya no será la misma historia…