La suerte hay que trabajársela, siempre he creído en eso. Así que, cuando alguien dice que tal o cual deportista ha ganado una prueba por casualidad… Qué comentar. Sobre todo, en un rallye. Pero, si eres un vencedor «primerizo», supongo que es normal que te asalten estas dudas. ¿Se repetirá? ¿Seré capaz de estar otra vez en el primer escalón del podio? ¿Cuándo volveré a tener esa sensación? Un sinvivir, vaya.
A Kris Meeke debieron atacarle estos pensamientos tras su triunfo en el Rally de Argentina del año pasado. Pero su siguiente victoria no ha tardado años y años en llegar, para su descanso. Y con ella, parece que cierra bocas que pensaban que ese día los hados estaban de su parte. Muy duro, ¿no?
Pues ahora, imagina que eres Dani Sordo y que tus rivales van cayendo en Alemania, en 2013, hasta dejarte en lo más alto. Ya la hemos liado, porque entonces el mérito no es tuyo, sino que ganas, al parecer, por la torpeza de los demás. Tú estabas ahí… un poco por casualidad, ¿no? Bueno, igual no tanto; recordemos que el asfalto es «su» terreno. Ah, peor todavía: Sordo lo tenía fácil y no fue capaz de estar al frente desde el principio. Total, que se le quita toda la gracia a la victoria.
Nos olvidamos de que también es complicado estar en el sitio correcto y a la hora adecuada, amigos. Que son necesarias manos, temple y estrategia para mantenerse al acecho y aprovechar el error de tu contrincante. Y que incluso cuando parece todo perdido, te apuntas un campeonato del Mundo de Rallyes. Díselo a Tommi Makinen en 1998.
El caso del cántabro, además, se agrava porque ese segundo triunfo tan anhelado no acaba de llegar. Al menos, Meeke se ha quitado ese peso de encima. Ya sabe que no se juega el cuello en los tramos por casualidad.