Tiene que ser un aperitivo de lo que nos espera en Grecia. Hoy el termómetro ha alcanzado los 32º C y mis brazos parecen patas de langosta. No solo eso ha hecho aumentar las temperaturas: en uno de los dos saltos más famosos de la isla sarda, Castrozza, todo han sido mil impedimentos para colocarse y si no tenías un 500mm pues el coche quedaba tamaño pulga en la foto.
Mi colega Les Kolczak, británico de nacimiento de padres polacos como su apellido indica y responsable de fotografía del equipo Ford, se ha cogido un globo importante y menos mal que Jacek Bartos, otro polaco, el encargado de seguridad de la FIA (que no de Cataluña) no se ha atrevido a bajar de su helicóptero rojo… . Por cierto, gracias a Les dispongo de otro Nikon 300mm para sustituir al que ‘deje’ en Argentina.
Yo he decidido poner tierra de por medio (quién me ha visto y quién me ve) por aquello del corazón y andar apenas cien metros para ‘afotar’ a Jari-Matti Latvala. Luego, a esperar a Egoi Eder Valdés, pero el piloto navarro sigue sin suerte y apenas podemos fotografiarle fuera de su asistencia. Y eso que la cuadrilla de Iñaki Alberdi ha venido a apoyarle en Cerdeña.
Luego, de vuelta al Service Park para subir al helicóptero de Citroën y ver a la carrera, apenas siete coches en cada tramo, para poder contemplar las tres especiales del bucle de la tarde. Pero ya se sabe: quien mucho abarca… o a caballo regalado no les mires los dientes. Es decir hay que conformarse con lo que hay. Tengo, sí tres fotos de Loeb, Sordo, Hirvonen, pero….
Lástima de lo ocurrido a Dani, sus tiempos de hoy han merecido otra cosa. El ‘gabacho’ tiene la suerte del campeón y en su Citroën C4 no se rompe nada. Pero nada es eterno.
Ahora es hora de meterse en la ducha para cenar en Lu Pastruccialeddu, el agriturismo como llaman aquí al turismo rural, propiedad de Caterina y Paolo, que nos acogen desde la primera edición del Rallye de Cerdeña. Pero esa historia queda para mañana.