WRC 2010. Rally de Portugal. RoadBook 2

| 30/05/2010

Hoy ha sido un día complicado. Si esta mañana hemos vuelto a decantarnos por un tramo de enlace y encima el del tercer tramo, lo que nos ha permitido levantarnos a una hora normal, por la tarde doy gracias a Dios y a la dureza de nuestro Seat León.

Esta mañana hemos ido al pueblo más famoso del nuevo Rallye de Portugal, Castelao, apenas 18 habitantes, el más joven de cuarenta y tantos años, cuyas casas bajas y encaladas y la indumentaria típica de los mismos representan tan bien la actual prueba lusa como en su día el pueblo de Arganil. Su amabilidad incluso a la hora de pedirles que se sienten al sol al paso de los World Rally Car contrasta con la de las generaciones actuales y nos han abierto sus casas para lograr un encuadre diferente sin más problemas. Algún compañero ha estado a punto de comprarse una casa allí después de acudir en peregrinación año tras año, incluso permaneciendo en su única calle para las dos pasadas… .

Pero este Mundial de Rallyes y el dominio de Citroën no provoca solo sueños entre la gente mayor. Eso y los problemas para acudir a ciertos lugares a veces te hace pensar que nada parece mejorar con el paso del tiempo. El vado de agua en el tramo de Vascao, sito al parecer en una zona natural, tenía el acceso prohibido a los fotógrafos acreditados. ¿Motivo?, pues no se entiende que pasen como dos centenares de coches en una jornada y no se permita tomar fotos para no enfadar a los ecologistas. ¿No será más dañino el paso de ochocientos neumáticos por el cauce del río?. Además el mismo miembro de la Guardia Nacional Republicana que nos impidió el acceso por la carretera normal de tierra nos indicó otra digna de un rally Safari o del tramo de Tarzán en el Rallye Acrópolis. Con cuatro personas, nuestro Seat León iba ‘lamiendo’ hierbajos y piedras y yo temí por su mecánica no en vano ostento dos medallas de la legión ‘Carter’ en Grecia. Y a ver como explicas a los del aeropuerto de Sevilla que el coche roto donde Cristo perdió el zapato… .

En fin, que he cogido tal cabreo que en el cruce al que he llegado después del vado apenas he fotografiado ocho coches y me he vuelto al coche a mirar si dejábamos algún rastro de aceite. Para más ’inri’ Jordi Rierola me ha contado que había gente haciendo picnic y bañándose en el río, pero que era imposible una toma frontal ya que el comisario allí presente te tomaba el número del chaleco permanente y a saber el castigo que puedan decidir los ‘siñoritingos’ de la FIA….

Al llegar al asfalto casi lo beso y a parte de llenar el depósito de gasoil nuestro Seat León no ha tenido necesidad de nada más a falta de un buen túnel de lavado mañana que bien merecido se lo tiene.

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