Por una vez, sin que sirva de precedente, el protagonista no va a ser una persona sino una ciudad. Y es que ya sea Bizancio, Constantinopla o Estambul, la ciudad más grande de la actual Turquía con cerca de 14 millones de habitantes, ha sido una de las grandes protagonistas de la Historia a lo largo de los siglos.
Bizancio fue el nombre original que establecieron los colonos griegos de Megara en 667 AC en honor de su rey Byzas. A través del tiempo estuvo en manos de los persas, de Esparta, Atenas y bajo el yugo de Alejandro Magno antes de pasar a ser aliada de Roma,
La estratégica posición de Bizancio atrajo al emperador romano Constantino I el Grande, quien en el año 330, fundó de nuevo la ciudad como Nova Roma o Constantinópolis en su honor (Constantinopla, en griego) convirtiéndola en capital del Imperio bizantino hasta su caída en 1453 tras un fuerte y largo asedio, un suceso que se considera el final de la Edad Media. De ese periodo de esplendor destaca la iglesia de Santa Sofía, obra maestra del arte bizantino que mandó construir el emperador Justiniano I. A partir de entonces cada Sultán construyó una mezquita para conmemorar su reinado destacando la Mezquita de Süleymaniye (la más grande de Estambul) y la bellísima Mezquita Azul. El imperio otomano fue sustituido por la República de Turquía en 1923 por Mustafa Kemal Atatürk y la capital trasladada de Constantinopla a Ankara.
Son las 22h30 hora de Estambul, y acabamos de desembarcar de un ‘magnifico’ y largo viaje por el Cuerno de Oro de casi tres horas, razón del retraso en enviar estas líneas. Hoy después del ‘shake’ donde el más rápido ha sido Sebastien Loeb, seguido de Dani Sordo y Mikko Hirvonen, hemos embarcado por la tarde en el ferry, todos juntos: máquinas, pilotos, prensa y VIPS camino del lado europeo donde ha tenido lugar la ceremonia de salida entre Santa Sofía y la Mezquita Azul. Si ya el caos de tráfico de Estambul es legendario, la organización del acto ha paralizado el centro turístico, aunque ha sido un baño de multitudes para las fuerzas políticas turcas.
Francamente nada que ver con el legendario viaje en barco que realizamos en el Rally Acrópolis de 1989 entre Loutraki e Itea, una travesía mucho más íntima que la de hoy y que todavía uno recuerda con una sonrisa con Luis Moya durmiendo a pierna suelta por tierra o Carlos Sainz pilotando la nave con el tradicional timón de madera. Demasiada gente, demasiadas entrevistas, demasiada política, esta vez… .
Además la organización del podio de salida ha sido nefasta para tratar de integrar en la foto la vieja iglesia ortodoxa de Santa Sofía reconvertida en mezquita. Solo ha servido para lograr algunos retratos y poco más. Eso sí, el espectáculo de danzas delante del podio ha sido brillante aunque nada que ver con los tambores de Calanda. Lo mejor sin embargo ha estado en el ferry de vuelta donde después de la cena tradicional turca, en la que hay que mordisquear antes para saber lo que de verdad estás comiendo y donde me he puesto de ‘delicias turcas’ hasta las orejas; no he podido ‘catar’ el bocado más delicioso, ni tocar oiga que luego vienen con las rebajas…, aunque a algunos (bueno, a todos) como Martin Christie, el antiguo copiloto de Jorge Recalde, se le han puesto los ojos como chiribitas ante el espectáculo…. .
Mañana más, tramos por supuesto.