Hoy me ha tocado bajar a pie desde mi hotel ‘El Mesón de la Montaña’ hasta la sala de prensa ya que Jordi Rierola y Jo Lillini se han marchado a las siete de la mañana hacia el sur, a Santa Rosa de Calamuchita. Era un día tranquilo para mí aunque solo he tardado una hora más.
Villa Carlos Paz, una ciudad de unos 60.000 habitantes, posee unos cuatrocientos hoteles donde se alojan dos millones de turistas cada año, lo que sigue siendo un misterio para mí porque no hay playa en la orilla del lago San Roque. Puedo decir que en veinticinco años conozco unos cuantos, desde el Portal del Lago, un cuatro estrellas bastante deslucidas al Hotel Anenque de dos estrellas, teóricas, donde dormí vestido en la época en la que SEAT corría el Mundial de 2 litros con los Ibiza Kit-Car. Hasta este año para lograr el equivalente en Europa de las estrellas de los hoteles había que dividir por dos. Y es que este año el hotel está nuevo, con escaleras de madera, una habitación grande con un mobiliario digno y…¡bañera de hidromasaje!. Lo juro por mis hijos.
Para no sufrir como ayer con los envíos, la solución era fácil: Jordi hacía tramos y yo la asistencia a mediodía con luz ya que cada día la llegada era a la hora del crepúsculo. Y yo era el único fotógrafo habitual del WRC presente entre unas cuantas decenas de periodistas locales, ya que los europeos se contaban con los dedos de una mano, siendo la ausencia más notable la de Martin Holmes, el único británico autorizado a entrar en Argentina después de la guerra de las Malvinas.
Por ello he podido trabajar a gusto, lo que no viene siendo fácil ya que la zona prevista para entrevistas suele ocupar primero las charlas con los ingenieros o jefe de equipo y más de una vez los micrófonos se han quedado sin respuesta al tener que entrar los pilotos en el control horario. Luego he hecho la ronda de las asistencias y finalmente he ido a picar algo a la carpa del Grupo N donde he encontrado después de mucho tiempo a Gustavo Trelles saludando a Benito Guerra, los únicos campeones de España de Tierra no nacidos en la península.
Después he podido ver los entrenos del GP de Mónaco de Fórmula y poco después el Barça-Manchester que un culé declarado como Jordi ha tenido que perderse. Le he llamado al móvil después del gol de Pedrito, pero no le ha hecho falta la llamada ya que aquí los ‘tuercas’ también son aficionados al deporte rey y seguían por la radio las evoluciones de ‘La Pulga’ en el estadio de Wembley. Por cierto, Malcom Wilson, incondicional del Manchester, perdió la apuesta de 100 euros que se jugaba con el fotógrafo de Ford, Les Kolczak, a quien seguramente le tocará pagar unas cuantas ‘birras’ este año en Salou. Y sacarle dinero al jefe de M-Sport ya tiene tela….
Quien seguramente hubiera pagado 100 dólares por saber que este año no había agua en el famoso vado de Santa Rosa, es el amigo Luis que a pesar de advertírselo se creyó la milonga que le contó un argentino de que lo iban a llenar con camiones de agua y al final había menos líquido que el pis de un caniche. Eso sí, estaba tomado por un destacamento de Policía que seguramente hubiera despejado la Puerta del Sol y la Plaza de Cataluña en un abrir y cerrar de ojos. A Jacques Mallen, un cámara de TV, entre ocho le quitaron la cámara, lo cogieron por las cuatro extremidades y lo tiraron tras la valla….y es que en esta edición hay 7.000 policías para reforzar la seguridad de la prueba argentina.
En cuanto a lo deportivo, lamentablemente Jari-Matti Latvala no parecía poder aguantar la presión de Ogier que a pesar no haber corrido nunca el bucle de tramos de Santa Rosa de Calamuchita, estaba a poco más de diez segundos del finlandés cuando éste ha roto la suspensión de su Ford Fiesta RS WRC, viéndose obligado a abandonar en el siguiente tramo. La clasificación del podio daba un giro total al perder Petter Solberg un minuto en el último tramo con problemas en la dirección asistida de su Citroën DS3 WRC, viéndose superado por Sebastien Loeb que pisaba el podio y hoy tendrá a Mikko Hirvonen, segundo, a tan solo 4s.
Mañana el primer tramo es Ascochinga-Agua de Oro, 48,21 km, último escollo para Ogier dispuesto a romper la racha de cinco victorias de su compañero en el Rallye de Argentina.