Aunque cuando pensamos en Suecia en nuestra mente aparece la imagen de los vikingos con sus dioses Odin y Thor, el origen de la dinastía que reina en el país nórdico desde 1818 y cuyo próximo heredero será Victoria de Suecia, resulta francamente curioso. La Casa Real de Bernadotte fue fundada por el francés Jean-Baptiste Bernadotte, nacido en Pau, mariscal de Napoleón, escogido como sucesor del último rey de la dinastía Holstein-Gottorp Carlos XIII, que murió sin descendencia y que fue coronado en 1818 como Carlos XIV de Suecia y Carlos III de Noruega. O sea lo que no consiguió Napoleón en España donde quiso instaurar a su hermano, el famoso ‘Pepe Botella’, lo obtuvo uno de sus generales en el país nórdico.
Después de la excursión el año pasado vía Praga y como me caducaban unos cuantos miles de puntos de Spanair, cogimos el vuelo directo a Estocolmo donde llegamos casi cuatro horas después para, deprisa y corriendo, coger un pequeñísimo Toyota Yaris donde apenas entraron nuestros equipajes, mochilas fotográficas y maletines de ordenador y recorrer los casi trescientos kilómetros que nos separaban de Karlstad antes de que cerraran las acreditaciones.
En esta ocasión los cien kilómetros que separan Karlstad de la asistencia en el aeropuerto de Hagfors que obligan a cubrirlos diariamente de subida y bajada lo resolvimos alquilando con Jordi Rierola y Julián González una casa en Munkfors a dos terceras partes del parque de asistencia, junto a un trío de colegas húngaro-belga-germano. Así que después de comprar el avituallamiento para los desayunos matutinos, el pan para los embutidos hispanos que hemos traído para los tiempos muertos y alguna birra local para el atardecer, teníamos todo listo para a sobrevivir a un nuevo Rallye de Suecia.
Sin embargo, el sol que pudimos ayer en el viaje del aeropuerto de Arlanda a Karlstad ha dejado paso hoy a una intensa nevada que a la hora de escribir estas líneas, las 19h 30, no ha cesado en todo el día de hoy. Con una temperatura de apenas -1 ºC, la nieve calaba en nuestras ropas y cámaras fotográficas donde ha llegado a acumularse el hielo. Además, el uso del flash resultaba casi prohibido , los copos de nieve engañaban el enfoque automático de las cámaras digitales del siglo XXI y sobre un coche negro como el de Raikkonen hacían que las fotos casi tuvieron un grano como el de los viejas rollos fotográficos Tri X de Kodak forzados a 3.200 ASA… .
Bueno y ahora las impresiones. Desde luego el salto vivido entre los WRC 2 litros y los actuales 1.6 no ha sido tan bestia como el que viví en el Rallye de Montecarlo de 1987 al pasar de ver un Lancia Delta S4 de grupo B al Lancia Delta 4WD de grupo A. Estoy casi seguro que hacia final de año sus prestaciones en algunos rallyes serán equivalentes a los viejos WRC. Suenan un poquito más, pero se les ve menos poderío aunque eso sí, exigen más al piloto. A ver si por lo menos sirven para dar algo más de salsa al Mundial de Rallyes 2011.