Resulta difícil estar lejos de la familia cerca las semanas que toca rallye del Mundial. Así que siempre resulta una tentación el traer a la familia cuando la cita apenas dista poco más de cien kilómetros de casa aunque sea precisamente la prueba que requiere de más presencia en diferentes acontecimientos y eventos.
Así que decidí dejar de lado el tratar de enumerar los posibles inconvenientes y esta vez dejé a mi hija mayor con 15 primaveras en casa (‘¿Eso de los rallyes qué es?’, me vino a decir) y a mediodía del sábado pasé a recoger por la estación de Renfe de Salou a mi mujer y el pequeño de 9 años (Talgo con 4m de retraso…). Con el coche fuimos directamente al parque de asistencia para comer algo en el ‘hospitality’ de Red Bull, saludar a algunas pequeñas y llevar un pequeño obsequio a la hija de Marie-Pierre Rossi, de Citroën, antes de dirigirnos a un punto de fácil acceso como el cruce de El Molar para ver los coches en la segunda pasada.
Algunos coches aparcados a cinco kilómetros del pueblo me hicieron pensar en el atasco formado allí por la mañana, y eso que el control de los Mossos d’Esquadra a un kilómetro aún seguía en pie. Esta vez y no sé porque los fotógrafos estábamos incluso más cerca que otros años del vértice del cruce, lo único que se me ocurre era por la tribuna para VIP que habían montado allí. También aproveché para pasarle una máquina fotográfica a mi señora para que recordara los tiempos de novios cuando íbamos al RAC Rally, el de verdad y doy fe que ¡al tercer coche ‘clavó’ los encuadres de las fotos!. En cuanto a la ‘descendencia’ lo dejé en manos de Luis Eiriz teniendo ambos unas interesantes conversaciones…
De vuelta a la sala de prensa tocó correr con el trabajo, con ayuda de mi señora aunque fuera tecleando textos con un iPhone, lo que constituye un malabarismo para leer un texto y editar otro, para estar listo para una cena de Michelin que hoy conmemorará en Cataluña su 250 victoria.
En lo deportivo, lo que se esperaba ocurrió antes de lo previsto al equivocarse Mads Ostberg con sus neumáticos (habrá que recomendarles a Josep Culubret y Jaume Vizern para el próximo año..) perdiendo más de un minuto en El Priorat, ofreciendo en bandeja de plata el liderato a Sébastien Loeb que no tuvo que sudar mucho para lograr su propósito con casi medio minuto de ventaja sobre Jari-Matti Latvala y su Ford Fiesta RS WRC.
En cuanto a Dani Sordo, un problema con un inyector del motor de su Mini le impidió brillar por la mañana, penalizando además 4m 30s reales por llegar al control de salida del parque de asistencia con media hora de retraso. Cabreado, el cántabro se lanzó al ataque logrando ganar dos de los tres tramos vespertinos, lo que es mejor que nada. En la WRC Academy, por fin llegó la victoria para José Antonio Suárez que se adjudicó la segunda plaza en la clasificación final, mientras que un palier roto apartó a Yerai Lemes de la lucha por la cabeza.