Brigitte Bardot (París-1934) es una actriz y símbolo sexual francesa de mediados del siglo XX que está considerada como un mito erótico de los años 50 y 60. Conocida como BB, su belleza y sensualidad natural comenzaron a mostrarse en la adolescencia, etapa en la que apareció por primera vez en el cine: tenía 18 años, era 1952 y se trata de la película ‘Le trou normand’. Ese mismo año, además, se casó con el primero de sus cuatro maridos, el director de cine Roger Vadim que la lanzó a la fama con la película ‘Y Dios… creó la mujer’ (1956) junto a Jean-Louis Trintignant. Una de las escenas protagonizadas por Bardot muestra a su personaje bailando descalza sobre una mesa y es considerada como una de las escenas más eróticas de la historia del cine.
En 1954 realizó su primera película en los Estados Unidos, ‘Un acte d’amour’, coprotagonizada por Kirk Douglas. En 1965 se representó a sí misma en la película ‘Dear Brigitte’ con James Stewart. Sin embargo, debido a lo limitado de su inglés, la actriz fue doblada en muchas de sus películas. En 1974, justo después de su 40 cumpleaños, Bardot anunció su retirada de las pantallas, tras haber protagonizado cerca de 50 películas y grabado varios discos.
A partir de entonces, Bardot se ha dedicado a la promoción de los derechos de los animales. Durante la década de 1990 generó controversia al criticar la inmigración, la islamización y el Islam en Francia, y ha sido multada cinco veces por «incitar al odio racial». Fue candidata a la Presidencia de Francia en 2010 por el partido Alianza Ecologista Independiente.
Aunque el año pasado he decidí volar a Niza y coger un coche de alquiler allí para viajar por autopista hasta Valence, es viaje tan largo y pesado como el de Barcelona a la ciudad de salida del Rallye de Monte-Carlo, logró que volviera a viajar por carretera desde casa con el mismo Citroën C4 Crossair que disfruté en Cataluña, lo que a medida que se confirmaban las previsiones de nieve, parecía resultar acertado.
Así que después de tragarnos 550 km previo paso por Manlleu para recoger a Jordi Rierola, degustando unos picos de pan, un fuet de Vic y una Cocacola llegamos a nuestro destino en unas cinco horas, con el tiempo suficiente para recoger la nueva acreditación permanente y el peto que parece haber ganado terreno al chaleco permanente que nos acredita como fotógrafos.
Con dos horas por delante, cerrando temas antes de la Happy Hour de Ford y el encuentro con Citroën en el estrellado (por Michelin) restaurante Pic, me llegó un email con la noticia del fallecimiento de Javier del Arco de Izco, responsable de cambiar un trabajo de ingeniero técnico mecánico por una máquina de escribir y una cámara fotográfica cuando me dio mi primera oportunidad en el mensual 4 TIEMPOS. Lamentablemente no podré estar en un funeral así que la última vez que le vi fue junto a Valentí Fradera, recién ingresado en una residencia después de agravarse el Parkinson que ha arrastrado durante casi veinte años. Espero escribir a mi vuelta una ‘Hiperfocal’, así como que pronto se dé luz verde a la biografia que he escrito sobre Antonio Zanini, uno de sus amigos de juventud, y cuya colaboración en la misma es demostrativa de su inigualable pluma.
No fue fácil ayer realizar mi trabajo diario con esa noticia. Pero la vida continúa así que acabé en la cama a medianoche antes de que sonara el despertador a las 5h 50. La señora de la recepción de nuestro hotel ya nos había avisado de que hoy martes se esperaba que nevara en la misma Valence, pero uno no acababa de creérselo. Pero a la hora del desayuno empezaron a caer los copos y media hora más tarde estábamos limpiando de nieve los cristales del coche, al mismo tiempo que nosotros quedábamos blanqueados por los copos que caían en ese momento. Afortunadamente la situación de nuestro hotel hizo que evitáramos el monumental atasco que se formó en Valence, llegando en apenas quince minutos al ‘shakedown’ no sin antes comprobar que con los neumáticos que teníamos no iríamos muy lejos en las montañas, pese a la tracción total.
El retraso de media hora larga en la salida del shakedwon nos permitió disponer de una mejor luz sobre un paisaje que si en 2012 brilló el sol invernal, ayer una capa blanca casi lo cubría por completo. La autorización por parte de la organización del uso de neumáticos de clavos motivos que los equipos probaran montas diversas, a excepción de Citroën donde no desmontaron los clavos. “Si el rallye va a ser nevado, ¿para qué usar otras’”, nos comentó por la tarde Dani Sordo. Pese a ese máximo grip, Sébastien Loeb se marcó dos trompos monumentales, mientras que el otro Seb, Ogier se llevó casi puesta una valla en el morro de su VW Polo R WRC. Y es que para ambos franceses lo único que cuenta es la derrota de su compadre y eso puede pasar factura en una prueba como Monte-Carlo donde no existe la reglamentación ‘Rally2’.
Al final Thierry Neuville lograba el mejor crono sobre la ‘sopa’ que se formó, pero no será hasta mañana con el clásico Le Moulinon-Antraigues y Burzet cuando sepamos el nivel de cada uno de los aspirantes al triunfo.
Mañana, si no pasa nada, toca Burzet dada la nevada caída a mitad de tramo en Lachamp-Raphael al que accederemos con el Skoda Yeti, calzado apropiadamente, de nuestro amigo checo Zdenek Sluka, para luego pasar al Col de la Fayole, sin los previsibles atascos y las clásicas caravanas no nos lo impiden.
Bon soir