Caminando hacia aquella cabeza tractora que tanto llamaba la atención al público ourensano en el polígono industrial de San Ciprián, dos tímidas gotas parecían anunciar una inminente y no deseada lluvia.
¡Oh! ¡está empezando a llover! – rumiaba entre dientes Antonio Albacete – pues si llueve la cosa se pone complicada, ¿eh? – anunciaba el madrileño, como queriendo decir sin decir que no se la iba a jugar entre bordillos con su querido TGA de MAN.
Albacete, sonrisa en ristre y una educación de la que deberían tomar nota muchos campeones, era cabeza de cartel de la sesión vermout en el tramo espectáculo del Rallye de Ourense. Una hora antes del paso de la caravana del Nacional de Rallyes, él y otros pilotos amenizarían a los varios miles de personas que decidieron pasar por este polígono industrial cercano a la capital ourensana donde se había habilitado un tramo espectáculo -aunque con tiempos- muy conocido por los aficionados a los rallyes… y por algún piloto que se ha dejado allí algo más que unos segundos de su tiempo.
No era nada fácil la aventura para Antonio. Meter una mole -bien es cierto que más pequeña de lo que aparentan en televisión- de 5 toneladas y casi 1.250 caballos de potencia por estas calles jalonadas por amenazadores bordillos tenía muchas papeletas de acabar en tragedia. «Por mi posición de conducción», realmente baja, tenemos que decir, «no tengo referencias, porque en circuitos estas son aún más lejanas, así que tengo que anticipar mucho e ir a ciegas». Claro, eso con un camión casi único que poco o nada tiene que ver con la versión de serie, salvo los largueros del chasis, parte de la cabina (taladrada por cuanto sitio hay para aligerar peso) y el bloque motor, es como el anuncio de aquel coche en el que el conductor iba acompañado de un mono con una ballesta.
Porque Antonio va embutido en un puesto de conducción más parecido al de un superturismo de circuitos que al de un camión diésel dedicado al transporte de mercancías, con su volante tamaño estándar, su pantalla digital multifunción y, eso sí, con una enorme y fálica palanca de cambios como contrapunto que nos retrotrae a la época de «Camioneros» de TVE, los dobles embragues, camisas abiertas hasta medio pecho y Sancho Gracia encarnando la figura del rudo, a la par que atractivo chófer.
Con todo, y volviendo al actualidad, Antonio Albacete cumplió, y dentro de las limitaciones de un vehículo con giro muy reducido, en el que ese aspecto y las inercias hacían difícil trazar la rotonda que más público congregó en este circuito, lo cierto es que aún pudo despacharse con alguna derrapada breve pero intensa…una gran experiencia para quienes tuvieron la suerte de acompañar en la cabina al Campeón de Europa de esta especialidad. Ponte en situación. A los datos anteriores -peso, potencia y ausencia de visibilidad de lo que ocurre 1,80 metros por debajo de tu culo- súmale una aceleración que en el 0 a 100 se queda un poco por encima de los ¡5 segundos!.
Estaba claro que este no era su terreno, pero a más de uno le han quedado ganas de verlo con el resto de rivales en la cita que anualmente se celebra en el circuito del Jarama.
Por cierto, horas antes más de uno debió alucinar al ver este prototipo de circuitos por carretera abierta y escoltado por la Guardia Civil. Para evitar demasiados trasiegos, se decidió que hiciese así el recorrido entre la concesión de esta marca camiones en Ourense y el tramo espectáculo.