No, ni nos hemos equivocado de fecha, ni estás viviendo un «déjà vu»… Bueno, esto último, casi, porque los pilotos van a volver a correr en Canarias, tras la primera cita del Nacional de Rallyes de Asfalto, celebrada este fin de semana en Adeje (Tenerife).
- Vídeo, segunda etapa del Rallye de Adeje.
- Vídeo primera etapa Rallye Villa de Adeje.
- El palmarés del Rallye Villa de Adeje.
Ahora toca desplazarse a Gran Canaria, a una prueba mucho más conocida por todos y habitual en el certamen. Lo que ocurre es que llega sólo siete días después de la tinerfeña y aquí la cuestión es: ¿cómo afecta esto a pilotos, equipos… y público?
Empecemos por los aficionados, los que dan sentido a éste y a cualquier deporte. Los canarios estarán encantados, ya que son exigentes, entendidos, y pueden disfrutar de dos rallyes en su territorio… Siempre que estén dispuestos a viajar entre islas con una semana de diferencia. Su pasión por el motor seguro que les empuja a ello sin problemas.
Pero el público «peninsular» no va poder acercarse a las cunetas hasta que se dispute la tercera prueba de la temporada. No hay que ser avaricioso: excepto, quizá, asturianos y gallegos, son pocos los que ven más de dos o tres carreras al año. Y aunque para un canario es más barato trasladarse a la Península que viceversa, las dos citas en su terreno son un bonito regalo a su devoción.
Ahora vamos con los pilotos y equipos, que antes de que empezase el campeonato ya tenían ante sí un problema logístico: ¿qué hacer? ¿Quedarse la semana entera en las Islas Afortunadas? ¿Ir y volver? Lo más lógico es mandar el material desde Tenerife a Gran Canaria y que los pilotos regresen a casa el domingo para coger de nuevo el avión el miércoles… O que permanezcan allí toda la semana, si su trabajo o sus días libres se lo permiten.
Pero hay muchos de ellos que no pueden afrontar ese lujo. Así que comenzarán la temporada ya en Sierra Morena, a principios de mayo, con la consiguiente pérdida de puntos que supone no haber asistido a las dos primeras carreras de la temporada (o, en el mejor de los casos, sólo a una). Y ya que hablamos de un deporte en el que la economía marca diferencias tan abultadas, al menos, habría que procurar que las oportunidades de puntuar fueran similares para todos, ¿no? Es muy difícil, desde luego, que llueva a gusto de todos. Aunque el chaparrón, qué casualidad, moja siempre a los mismos.